Modas seductoras

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

La reencarnación se volvió a poner de moda. La muerte es ciertamente una “enfermedad” incurable contra la que no existe vacuna, ni droga, ni escapatoria alguna, por más que algunos traten de hacerse congelar como pescados en una nevera. Es verdad que en el hombre existe una gran aspiración a vivir para siempre y que no nos cabe en la cabeza que con la muerte volvemos a la nada. Pero tampoco nos gusta la idea de tener que rendir cuentas a Dios de nuestros actos. La teoría del juicio final nos estremece. ¿Solución? ¡La reencarnación! Esta teoría ya se le había ocurrido a los griegos y a los hinduistas ocho siglos antes de Cristo. Se trata de una solución a las dos alternativas anteriores, pero es una moda llena de errores filosóficos, pues si yo no soy en realidad, yo. Entonces, ¿quién soy yo? Errores antropológicos, ya que si mi alma no está unida a mi cuerpo y éste es únicamente una cárcel, un vestido, una celada del alma, ¿por qué nos preocupan los derechos humanos, la violencia, los abusos? Total, el cuerpo vendría a ser como la cáscara de un plátano que se tira a la basura sin mayores miramientos. ¿No resulta más sensato portarse bien porque la vida es una y sólo se vive una sola vez?