Negro y amargo

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Estando sentado en una cafetería con un amigo, entró de repente un señor alto, fornido, con un bigote lo bastante poblado como para cubrir del todo sus labios, y con voz áspera ordeno: ¡Señorita, deme un café! La mesera le contestó: ¿cómo lo quiere? El señor sin vacilar dijo: negro y amargo, como la vida. Los que estábamos cerca de aquel caballero nos quedamos mirando con cara de estupor. ¿Es en verdad la vida negra y amarga? La vida tiene luces y sombras, no cabe duda. La vida por muy breve que sea tiene lugar para sufrir derrotas, para cobrar golpes de suerte, para equivocarse, para triunfar, para enfermarse y para sanar. Hay tiempo para amar y para experimentar la soledad. Pero si tuviéramos que resumir la vida en una sola frase, ¿podríamos decir que es negra y amarga? No lo sé. Yo creo que cada uno se la prepara como quiere. De cada uno depende que la vida sea dulce o amarga, negra o esplendorosa. ¿Dónde estriba la diferencia? ¿En el dolor, en la cantidad de dinero acumulada, en el amor...? No ciertamente, sino más bien en la grandeza del corazón con que se afronta la vida. El miserable de corazón será siempre triste, a pesar de su propia historia. El magnánimo será siempre un triunfador. Y tú ¿cómo te tomas la vida?