Olimpiadas en el cielo

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Tasha Danvers-Smith es una de las mejores velocistas del mundo. Su especialidad son los 400 metros. De origen inglés, a sus 26 años, es una de las favoritas para esta prueba en las Olimpiadas de Atenas. Para ella han sido muchos los años de intensa preparación. Enorme la exigencia y constantes las privaciones: dietas para conservar el peso; nada de alcohol, mucha verdura. Un horario muy exigente. Recientemente ha contraído matrimonio con su entrenador americano, Darrell Smith. Ambos soñaban con planear una familia después de las Olimpiadas, cuando Tasha hubiera ganado seguramente la medalla de oro. Pero…el caso es que el primer bebé está llegando antes de los planes previstos. ¿Qué hacer?, ¿El hijo o las Olimpiadas? La respuesta traería serias consecuencias para todos. Para la atleta no ha sido fácil. Ha tenido que tomar una resolución madura y exigente. Y lo hizo con todo el temple de una triunfadora. El pasado 13 de mayo publicaba en The Telegraph la siguiente declaración: “No puedo mentir. Pensé en abortar. Pero una frase de las Escrituras me atravesó la mente: ¿De qué le aprovecha al hombre ganar el mundo entero, su pierde su alma? Para mí -continúa la joven atleta- el mundo entero eran las Olimpiadas, pero también sentía que podía estar perdiendo mi alma”. Estoy seguro de que Tasha ha alcanzado una medalla para el cielo. Ésas sí que valen, porque no se oxidan ni se olvidan, como sucederá después de algunos años con las de Atenas 2004.