Qué tal si sí

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Desde los tiempos de Adán y Eva, por no ir más lejos, el hombre ha sentido la necesidad de hacer pie en verdades absolutas sobre las cuales poderse sostener. Y del incansable desfile de buscadores, podríamos nosotros decir que esencialmente existen dos posturas: los que buscan la verdad absoluta en el mundo de lo invisible y los que buscan en lo tangible, llámese positivismo, materialismo, empirismo, neo-positivismo, modernismo, pasando por el triunfo de la razón, de la historia, de la ciencia o de la dialéctica. Ambas posiciones se entrelazan porque los primeros se colocan ante el abismo de la fe y los segundos ante la inconsistencia de lo puramente factible. Ambos afrontan una misma tentación: al creyente le asalta la duda porque Dios es esencialmente invisible, al no-creyente, al positivista puro, le asalta la tentación del “qué tal si sí”. Al creyente le amenaza la incredulidad, al no-creyente la amenaza la fe. Lo cierto es que nadie se puede sustraer a este dilema vital. Referido en forma de cuento: un no-creyente le cuestiona al creyente si muriéndose resulta que no existe el cielo. El creyente que queda pensando y le responde: “Y que tal si sí”.