San Valentín

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Muy pronto vamos a celebrar el día de los enamorados, ¡qué hermosura! Esta fecha resulta propicia para que los novios se feliciten y se regalen muestras de amor y de cariño: poemas románticos, rosas rojas, un recuerdo... cualquier cosa es buena para decir con gestos lo que no alcanzan a expresar las palabras. Sin embargo, los que deberían festejar con más entusiasmo son los esposos, los que ya han recorrido una parte de la vida procurándose desinteresadamente hacerse feliz uno al otro. ¿Recuerdan aún el día y el sitio en que se prometieron en matrimonio? ¿El qué te dijo? Y tú, ¿por qué aceptaste? Simplemente, porque querías ser feliz compartiendo la vida entera con tu pareja y buscando cualquier ocasión para hacerla feliz. El amor no necesita nunca de manuales o de consejos. El amor siempre es nuevo. Desde entonces cada uno sigue conquistándose y esto es lo que hace que el amor sea bello. Desde entonces comenzó un campeonato de cariño en el que se pasa la vida pensando en cómo agradar al otro, en cómo hacerlo mejor. Cada vez que caso a una pareja, pido a Dios, para los novios, que nunca nazca en su hogar el cáncer de la rutina, de la frialdad o de la indeferencia que hace la vida de la pareja profundamente triste y cruel.