Simplemente encantadora

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

En el roce diario con la gente encontramos que hay algunas que son simpáticas o pesadas, unos son arrogantes y otros displicentes, unos son ocurrentes y otros se la pasan contando dramas y tragedias. En este gran supermercado humano, existe sin embargo un pequeño grupo, tal vez más selecto y distinguido integrado por la gente encantadora. El encanto es un toque especial del que sólo algunos gozan. Es una mezcla de dulzura de carácter con otro poco de afabilidad y de serenidad que sumado al valor y al temple personal, dan como resultado que una persona resulte simplemente encantadora. Es una combinación de grandeza de alma y estilo que seduce y hasta doblega las voluntades ajenas. El encanto acierta a despertar las mejores cualidades y sentimientos de la naturaleza humana, así también como de los peores. Son corazones que guardan en su interior un secreto que jamás será revelado, sus labios son un sello de discreción y cortesía. El encanto vivifica, impulsa al ser humano hacia nuevos logros y renovadas ilusiones. Suscita el diálogo, el discurrir de las ideas, el intercambio de pareces. El encanto humaniza y libera. Los que gozan de esta gracia son los que han logrado transformar al mundo.