Todo un arte

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

“Si tú no aprendes a reírte de la vida, la vida se reirá de ti mismo”, fueron las sabias palabras que la vieja tía Mela repetía antaño. No resulta nada fácil amarse a sí mismo si no se tiene la suficiente humildad como para aceptarse tal cual somos, sabiendo siempre que luchamos por mejorar, pero aceptando que siempre seremos, - pues eso-, medio feos, medio listos, medio simpáticos, medio… Me atrevería a decir que el aceptarse a sí mismo es un arte que llega con la madurez de los años, cuando el hombre consigue reconciliarse totalmente consigo mismo. En mi pueblo existe un viejo, - si aún no se ha muerto- que enseñaba lo siguiente: “Cuando se es joven, se esconden los defectos; cuando se es maduro, se muestran los defectos, cuando viejos, se presumen los defectos”. ¿Qué tal? Un barrito en la cara de una joven es un drama, pero el adulto es una promesa. Aprende a reírte de ti mismo cuando te muerdes la lengua, cuando se te olvida un chiste, cuando se te pierden las llaves de la casa, cuando se te rasga el vestido nuevo en un gancho, cuando no te sube la cremallera del pantalón, cuando se te quema la sopa. Todos deberíamos aprender a darnos, de vez en cuando, un puntapié en la espinilla para no tomarnos tan en serio.