Como una tapia

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

“Está sordo como una tapia” se suele decir de aquellos que no oyen. No obstante, si la pérdida del oído constituye una verdadera desgracia, no menos caótico es el hecho de que muchas personas oyendo, no escuchan. Si te pones a analizar las discusiones te darás cuenta de que a veces ambas partes en el fondo están diciendo lo mismo, pero como no escuchan, ni tienen una actitud de apertura, ni de querer entender,  pelean y no alcanzan a identificar puntos en común que diriman el conflicto.  Otra constatación es que cada persona entiende lo que quiere entender o lo que le conviene entender y no capta lo que el otro desea transmitir. Personalmente me ha pasado que dando charlas al final del las exposiciones tú pides que te compartan sus impresiones y te das cuenta de que cada uno dice lo que en definitiva ya pensaba o creía anteriormente.  Las ideas a priori, preconcebidas son bien difíciles de cambiar. ¿Cómo hacer para que la otra persona entienda con exactitud lo que se le quiere transmitir? Es cierto que hay términos o expresiones que pueden dar lugar a equívocos, pero dejando de lado esta posible falla, la capacidad de escucha sigue siendo muy limitada.