El fotógrafo

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

A las personas les gusta tomarse fotos. Al grito de: ¡Foto, foto! todo el mundo corre para incorporarse al grupo, posar con la mejor sonrisa y esperar a que el flash se accione. Cuando el fotógrafo es inexperto y tarda en enfocar, aplicar el zoom y disparar, a las personas como que se les congela la sonrisa y se quedan gruñendo a la cámara o pareciera que les estuvieran restirando por la nuca. ¿Por qué sonreímos ante la cámara? Como recordar es volver a vivir, es comprensible alimentar el presente con pensamientos  bellos del pasado. Si la foto está acompañada de una persona importante, nos produce una sensación de satisfacción; si la instantánea es de otro país, nos hace sentir cosmopolita; si la imagen es familiar, surge algo de melancolía y si la foto es de la enamorada, renace un mar de dulces recuerdos.

Hay posturas graciosas, formales, cómicas y otras borrables. Muchas personas jamás están satisfechas de sus fotos y cuando las contemplas te dicen: “Salí horrible”, “Siempre salgo mal” ¡qué curioso!  Si vivimos conscientes de que Dios me ve y me lleva en su mente, creo que nuestro comportamiento será digno y merecedor del mejor álbum de recuerdos.