La vida al ruedo

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Un corredor de seguros vino a ofrecer sus servicios trayendo consigo un arsenal de ofertas.  Comenzó por  los tradicionales seguros de vida y se extendió al seguro del automóvil, seguro patrimonial, seguro jurídico en caso de accidente. Había un seguro educacional para cuando los niños lleguen a la universitaria tuvieran oportunidad de elegir carreras nacionales o internacionales, según el precio, claro está. La variedad de seguros me hizo caer en la cuenta de que en realidad vivimos muy inseguros. Corremos todo tipo de riesgos y por más seguros que paguemos, seguimos expuestos a un revés de la fortuna. El Apocalipsis en el capítulo 12,1 dice que el cielo será como una tierra nueva y el mar ya no existirá. Los teólogos nos explican que el mar simboliza los constantes cambios que sufrimos a cada instante en esta vida. El mar nunca está quieto: las olas van y vienen; las corrientes submarinas le dan vuelta a la tierra; es un mundo que no conoce sosiego. El mar representa la vida humana que no posee la plena seguridad, sino hasta que descanse en Dios. En lugar de contratar infinidad de seguros, cuánto nos ayudará  confiar más en la Divina Providencia que es eficaz garantía.