Con ojos nuevos

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Lo nuevo conserva siempre la fuerza de la primera vez. La primera impresión que te formas  de una persona cuando la conoces es la que permanece grabada. En el álbum de nuestros recuerdos las fotos seleccionadas son las primeras, la demás las enviamos al archivo perdido del olvido. Tal vez por eso una de las características de la juventud es la rebeldía, porque observan el mundo y la sociedad con nuevos ojos.  Ellos están exentos de roles e intereses, no están atados a nada ni se sienten responsables de lo que ocurre a su alrededor, no tienen que rendir cuentas del pasado. Surge de inmediato el dilema de asumir una actitud sumisa, “porque todos lo hacen”, o el rebelarse ante lo que se considera inadecuado. El joven maduro reacciona positivamente para mejorar estructuras y se compromete. El pasota, el inmaduro, el zángano es aquel que no se moja, no se mancha las manos, rehúye el reto, no quiere cambiar nada porque simplemente no le interesa. Se rinde antes de comenzar la batalla, pacta con el conformismo y la comodidad. Por eso la juventud no depende de la edad sino de la actitud que se tenga frente a la vida. El joven sueña, el viejo forma parte del sistema.