¡Cuánta cobardía!

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

La prepotencia y agresividad de los motorizados en las calles de Caracas se ha vuelto una amenaza. Una señora en una avenida congestionada intentó cambiar de carril cuando un motorista con su parrillero le rompió el espejo lateral con una especie de martillo, simplemente porque le dio la gana, porque no le gustó que se haya atravesado en su camino. La señora se quedó encorajinada sin poder hacer nada ante tal abuso e impunidad. El colmo ocurrió hace unos días cuando una chica fue alcanzada por un motorista en el costado de su auto. El fulano se bajó y arremetió jalándola del pelo, pero lo más sorprendente es que nadie hacía nada, nadie se detenía para intervenir o defender a la muchacha. Una señora que pasaba se bajó del auto trancando la calle y se acercó dando soberanos gritos. Esto hizo que algunas mujeres rodearan al individuo que finalmente dejó a la chica, cogió su moto y se fugó. El hecho refleja el miedo que vive la población, la falta de seguridad pública, la falta de solidaridad e indiferencia ante la desgracia ajena. Vivimos con la angustia de no saber cuándo nos llegará nuestro turno. Esa señora actuó así porque pensó que esa niña podría haber sido su hija y la misma reacción deberíamos tener todos para hacer frente a la violencia.