Licencia para conducir

Autor: Padre José Manuel Otaolaurruchi, L.C.

 

 

Actualmente muchas personas conducen, pero no todas lo hacen de la misma manera. Hay choferes que te hacen seguro y placentero el viaje, pero los hay que te obligan a llevar los nervios crispados porque no sabes si seguirán de largo en el próximo cruce donde los otros llevan la preferencia o te obligan a contener la respiración cuando se cuelan apretadamente entre los autos como el hilo por el ojo de la aguja.

Esto mismo sucede con los directores, jefes o responsables de cualquier grupo, los imprudentes, acelerados y prepotentes transmiten inseguridad y zozobra debido a que sus decisiones pesan sobre los demás; en cambio el buen directivo inspira confianza, serenidad y compromiso. ¡Cómo nos desespera cuando el guía se pierde y se la pasa dando una y mil vueltas sin orientarse o decidir el camino! El jefe tiene la obligación de saber hacia dónde va y actuar con decisión y prudencia cuando deba virar o acelerar. Si goza de ascendiente los suyos lo seguirán, pero si yerra, le silbarán y vociferarán como en el transporte público cuando es tratado como ganado. Ese tal puede estar seguro que en la primera oportunidad, en el primer semáforo en rojo, lo abandonarán sus pasajeros.