Confidencias a un amigo sacerdote o religioso

Pascua, con Maria Magdalena... y con Marta

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística

                  

     

Hechizo tiene siempre para mí la aparición de Jesús a Magdalena. ¡Llorar porque Jesús no aparece en nuestras vidas, buena cosa es! Pero hoy Cristo está con nosotros porque ha resucitado para siempre. Estar junto a tus pies, Señor, como María Magdalena.

Yo nací el 22 de julio, fiesta de Santa María Magdalena, la mujer que gustaba de la contemplación, de vivir junto al Señor, la que eligió la mejor parte. Siempre he admirado a esta Santa con devoción. Tal vez por eso mismo Dios me ha dado el deseo de vivir una vida interior intensa, aunque no lo he logrado siempre ni mucho menos.

Quisiera que mi vida fuese un canto de alabanza a Dios. Es difícil mantenerse siempre en esta suave tensión de espíritu, porque también es difícil aislarse de tantos estímulos que nos rodean. Yo sé que tú piensas lo mismo que yo. Por eso te escribo en este sentido.

Como María Magdalena anunció a Jesús, una vez que recibió su aparición, creo que nosotros hemos de anunciar al Señor después de contemplarlo en la oración.

Magdalena mi santa favorita. ¡También Marta! Yo fui bautizado el 29 de julio. Fiesta de Santa Marta, hermana de Magdalena. La de la vida activa. Admiro también a esta mujer. Por eso aprecio en mucho la vida activa. Por eso siento el deseo continuo de expresar y propagar mi fe. ¡Lástima que no haya aprovechado todas las ocasiones para hacerlo! Merece la pena esforzarnos al máximo para expansionar la mística del Evangelio. Que no nos limitemos nunca a enseñar solamente, sino a enseñar cómo se vive. Creo que esa es la diferencia entre un profesor y un educador en la fe, un apóstol. Me dirás: ya lo sé, amigo. Pero ¡yo al menos me olvido tan pronto...!

Me parece que nuestra vocación tiene que tener mitad de Marta y mitad de María, como la de San Bernardo, San Francisco y otros muchos. En medio de nuestra actividad diaria, vamos a procurar practicar todo, embebidos en Dios, como Magdalena. Con una ilusión creciente en ello. Si hemos sufrido épocas de tibieza, ya es hora de despertar del sueño.

Vamos a aplicar los labios a esta divina fuente de gracia que siempre está manando; vamos a vivir en continua comunión con el "Dulce Huésped del alma".

Y siempre vivir según aquella sentencia de San Agustín: "El amor no tiene más que una medida: darse sin medida".

Yo pido a Dios por ti para que se digne colmarte de esa medida del amor. Y le pídele tú por mí, que buena falta me hace. Así podremos exclamar con San Pablo: " no soy yo quien vive, vive en mí Cristo." En esta Pascua florida nos guíe María Magdalena a la contemplación y Marta a la actividad por la extensión del Reino de Dios.