Reflexiones desde la debilidad

¿Juventud o madurez?... realidades

Autor:  José María Lorenzo Amelibia

Pagina Web: Mística

                  

     

Desde aquellos tiempos de estudiante lo hemos oído muchas veces: cuanto mayor es una persona más le cuesta hacerse a la idea de que ha de abandonar este mundo. Los jóvenes suelen manifestar menor apego a la vida.

¿Será verdad? No lo sé. Tal vez no se pueda generalizar. Hoy me limito a transcribir lo que oí de un hombre ya mayor, guiado sin duda por su gran fe:

-"En mi juventud no podía hacerme a la idea de la muerte, a pesar de que en aquellos tiempos nos insistían tanto. Cuando oía hablar de esta realidad, me parecía que era asunto de otros, de los viejos, de los enfermos crónicos. Ahora ya me faltan los padres, algunos amigos y gran parte de las personas que intervinieron en mi formación humana. Veo la idea de partir como más familiar.

Leí en San Pablo: "Todas las cosas las tengo por basura con tal de ganar a Cristo y encontrarme con El...configurándome con su muerte para alcanzar la resurrección de los muertos" (Fil. 3, 8-11)

Me puse a meditar. Quise contemplar a Jesús en el sepulcro. Me quedé en espíritu junto a El. Mi oración resultó muy íntima y nada macabra: todo lo contrario, llena de afecto y amor. Brotaban en mi interior con insistencia y gran paz estos deseos leídos en el Apóstol: Lo creado es como basura en comparación del amor a Jesucristo. Configurarme con su muerte y alcanzar la resurrección. No puede pretender el discípulo privilegios, si el Maestro no los tuvo. No rehúso la muerte. Si me dieran a elegir marchar al cielo en un carro de fuego como Elías o someterme a la ley general, mi opción sería como la de Jesús, a quien amo por encima de todo. Quiero morir con Cristo para resucitar con El. Será duro, sí, mas para El también resultó duro. Seguirle hasta el calvario, para obtener la resurrección eterna."

Ojalá, querido amigo enfermo, admires aquella resolución del hombre maduro en la fe. Que comiences por no asustarte ante la realidad de la muerte. Se trata de un primer paso a conseguir. No te dañará en el espíritu; todo lo contrario. Y el paso siguiente puede ser profundizar más y más en tu fe: hasta que te des cuenta de la gran realidad de ser cristiano, de enamorarte de Cristo.

¡Con cuanta paz me decía el Director espiritual de mis años mozos, hombre ya que había doblado la década de los ochenta!: "El Señor está cerca". Pensé entonces que la ancianidad es el Adviento de la vida.

Espero que estas reflexiones de personas maduras en la fe nos puedan servir a todos de orientación y estímulo en nuestra vida cristiana.