Domingo XIX del Tiempo Ordinario, Ciclo C
“Acuérdate, Señor, de la alianza; no olvides por mas tiempo la suerte de tus pobres. Levántate, Señor, a defender tu causa; no olvides las voces de los que te buscan”

Autor: Padre José Rodrigo Cepeda

 

 

1ª Lectura: Del libro de la Sabiduría 18, 6-9

Salmo: 32

2ª Lectura: De la carta a los Hebreos 11, 1-2. 8-19

Evangelio: Según San Lucas 12, 32-48 

Acumulen en el cielo un tesoro que no se acaba...  

Estad. atentos.  

Es la actitud sugerida por Jesús en el Evangelio de este domingo, como los criados que aturdan en vela el regreso de su amo. El recuerdo del paso del Señor en la primera pascua, por la noche cuando se esta dormido y no se esperan sorpresas, nos hablan en la primera lectura de la forma en que el pueblo de Dios, estaba dispuesto y listo para este acontecimiento de liberación. Por eso en la Carta a los Hebreos, esa gran lectura del Sacerdocio del Cristo, se nos presenta la nueva y definitiva Pascua con la Resurrección gloriosa de Jesús por la noche. Y nos describe la epopeya de los primeros creyentes en camino hacia la tierra prometida, guiados por la fe de Abraham, “el amigo de Dios”

 

El cielo lo preparamos en la tierra.

 

De muchas formas Jesús fue preñando a los suyos par que comprendieran  cual era el verdadero tesoro que nos haría reconocibles a los ojos de Dios en el momento de la gran confrontación de la redención. El atesorad tesoros en el cielo… aquello que Francisco el de Asís les predico a los cardenales príncipes y al mismo Papa, en un momento crucial de la historia de la Iglesia en donde se había olvidado el verdadero compromiso de la Iglesia en medio de los hombres y que traería la gran conversión que Francisco soñó. Reconstruye mi casa. Es lo mismo que hoy escuchamos en el Evangelio. El estad preparados, viene también, con las formas y los medios que tenemos para hacerlo. Al que mucho se le da, se le exigirá mucho.

 

La lámpara encendida.

 

De esto se trata: de vivir con la lámpara encendida, para morir en la luz del Señor. Por eso la relación de la Pascua en el Antiguo Testamento y en el nuevo, tofo sucede por la noche, en el silencio de la dulce oscuridad, que algunos tantos miedos les da. El mantener encendida la lámpara, es saber encenderla cuando la apaga el viento del mal, y de saber alimentarla para que la luz vaya creciendo, e iluminando no solo nuestra vidas sino y ante todo la vida de los demás.

Durante el rito del Bautismo se nos dice a los neófitos: “Recibid la Luz de Cristo… Caminad como hijos de la luz”

La luz de Cristo es toda la riqueza que nos viene de Jesús. La gracia, que nos convierte en “otro Cristo” las virtudes teologales. La Fe , que nos regala los ojos de Dios. La Esperanza , que nos hace saber que contamos con su fuerza. El Amor, que enciende y acrecienta la llama de nuestro fuego.

Nosotros hemos recibido esa Luz y toda la vida sacramental es la alcuza que alimenta nuestra lámpara.

 

Caminad como Hijos de la Luz.

 

Hay cristianos que esconden la luz, que se la guardan para ellos solos. Mal hecho. Los hombres necesitan la Luz del Evangelio y a muchos solo les puede llegar por nosotros.

Ojala fuéramos una luz esplendorosa. Y con tantas gentes empeñadas en apagar esta luz, necesitamos llenarnos de todo lo que produce ese fuego que llega hasta el cielo. La justicia, la verdad, el amor.

Esta es la gran misión de la Iglesia el ayudarnos a descubrir como construir nuestro tesoro en el cielo. El asegurar nuestra luz, reponerla, fortalecerla.

 

Santa Maria de la Luz , échale aceite a nuestras lámparas, pon leña a nuestra hoguera, para que como Tú, iluminemos con la luz de tu Hijo el caminar de los hombres.

 

La Última palabra.

 

Es para recordaros como debemos estar preparados con las lámparas encendidas por que nadie sabe ni el día ni la hora en que va a venir el “ladrón” como nos lo dice Cristo. El Evangelio de hoy no es para que nos asustemos, sino para evitarnos un susto mayor. Y la mayor formula que el nos da para estar preparados: “Dichoso el siervo al que su amo encuentra cumpliendo con su deber”

 

Con mis pobres oraciones, necesitado de las vuestras.