Domingo III de Cuaresma, Ciclo A

“Si conocieras el Don de Dios”

Autor: Padre José Rodrigo López Cepeda 

 

 

Marchamos hacia la Pascua, leemos estos Domingos el Evangelio de San Juan, en tres pasajes, que hacen referencia al Bautismo, que renovaremos en la Vigilia del Sábado Santo. 

- El Evangelio de la Samaritana, que nos promete “El agua que salta hasta la vida eterna”

- El del ciego de nacimiento, que simboliza la fe. Ver con los ojos de Jesús 

- El de la resurrección de Lázaro, que anuncia la Vida Nueva que nos regala Jesús.



El Evangelio de la Samaritana.

Merece la pena leer, despacio y entero, este pasaje, que durante muchos siglos, era una catequesis obligada para los que iban a recibir el Bautismo. 

Una mujer de Samaría se acerca al Pozo de Jacob a tomar agua. Allá estaba sentado Jesús 

Él se insinúa. Mucha gente pasa de largo. Otros recogen la invitación. Es bueno no darle la espalda. Hay creyentes abandonados que no dejan las tres avemarías. Buena cosa. 

Lo malo de nuestro tiempo es la indiferencia ola frivolidad ante lo religioso “Soy creyente pero no practicante” dice mucha gente. Hay cristianos avergonzantes. Hay mucha gente abandonada, que no se hace las grandes preguntas, que a todos inquietan. ¿Para que estoy aquí? ¿Qué habrá después de la muerte? 

Hacen falta creyentes que recen en serio por los otros, que vivan de tal modo que su vida interrogue. 

La mujer se quedo sorprendida con la petición del Señor: ¿Cómo tú siendo Judío me pides de beber a mi, que soy samaritana?

“Si conocieras el Don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le pedirías a Él”

A muchos bautizados, jóvenes y mayores. Les falta una experiencia interior de fe. Nadie les ha iniciado en un trato personal, íntimo, orante con Jesús. Se les podría decir aquello de Job. “Yo te conocía solo de oídas. Ahora te han visto mis ojos” (42. 5) 

La sociedad les encandila con la felicidad escondida en las cosas. Compra, disfruta, acapara. Como las cosas nunca llenan el corazón y “todos queremos mas” nos encontramos con la sorpresa destructora de la droga, el alcohol, el sexo y un largo etc. “Si conocieras el Don de Dios” Mucha gente mas feliz sería y el mundo se llevaría menos la manos a la cabeza sorprendido por los desvaríos de este mundo. 

El compromiso de la comunidad cristiana es iniciar personalmente al trato con el Señor. Eso es tener fe: ser amigo de Jesús. Hablar con Él cara a cara. Todos los cristianos adultos: padres, sacerdotes, catequistas, educadores, creyentes… tendríamos que ser maestro de oración. Mucha más gente disfrutaría del Don de Dios. 

“Él te daría agua viva”

“El agua que salta hasta la vida eterna” Esta agua es la Gracia de Dios, la que recibimos en el Bautismo, recuperamos en la Penitencia, avivamos en la Oración y la Eucaristía, hacemos crecer en la caridad. Por esa Gracia nacimos como Hijos de Dios , caminamos como Templos del Espíritu Santo, un día lo veremos cara a cara. Algo de esto pudo intuir aquella mujer y le pidió decidida: 

“Dame de esa agua”

Era un noble deseo. Una sed de Dios, que exigía un cambio de vida: “Llama a tu marido” La mujer no se atrevió a enfrentarse con su problema. “El hombre que ahora vive contigo no es tu marido” Escapo del Señor con una pregunta sobre cuestión religiosa. ¿Dónde hay que adorar a Dios? 

Algo nuevo nació en el corazón de aquella mujer, que reconoció a Jesús como un Profeta, abandono el cántaro que era toda su preocupación, oyó la gran revelación : “El Mesías soy yo, que habla contigo” y se fue al pueblo a decir a todos lo que había pasado, Y todos vinieron a conocer al Salvador del mundo y a pedirle que se quedara con ellos. 

“y se quedo allí dos días”

Nosotros: 

- Le decimos a Jesús que le conozcamos a Él y nos llene de su Gracia.

- Le pedimos que olvidemos el cántaro de tantas cosas que no nos llenan … pero si nos ocupan 

- Y seamos el tipo de creyentes que dicen con su vida y su palabra. He encontrado al Mesías.

- Que sintamos de Jesús el mismo orgullo que sentía su Madre María.



Con mis pobres oraciones.