Cuando la luz va por dentro. Padre Juan Manuel del Rio

NOTA: los datos que siguen los tomo de “Scala” noticiero interno con sede en la Casa Generalicia de Roma, para los redentoristas del mundo entero.

Hay un refrán que dice: “Puede más el que quiere que el que puede”. Y otro: “Querer es poder”. Gran verdad. Indica la fuerza que tiene siempre la voluntad. Pero también, que no siempre las cosas dependen de los humanos. Que Dios está por encima de todas las cosas. Que Él rige los destinos del hombre.

Vaya por delante lo que antecede. Viene esto a propósito de un caso muy curioso. Se trata de un sacerdote, hoy redentorista. Su nombre: Cyril Axelrod. Curioso por muchos motivos.

“Nació en el judaísmo, del que está muy orgulloso. Sordo de nacimiento, está también totalmente ciego. Experto en Braille, sabe expresarse en el idioma internacional de los signos así como, igualmente por signos, en inglés, inglés africano y cantonés. Ha sido galardonado con numerosos premios internacionales y con un Honoris causa en 2001”.

“Cuando niño, quería ser rabino. En su juventud cambió de idea y, terminados los estudios, se hizo contable. Pero Dios tenía otros planes para él y sembró en su corazón la semilla de la vocación al sacerdocio en la Iglesia Católica”.

“Pidió a Mons. Green, de Port Elizabeth, ser admitido como candidato al sacerdocio. El obispo, que era un entusiasta del apostolado entre los sordos, estuvo encantado con su petición y se iniciaron los correspondientes trámites. Lo primero que le preguntó el obispo fue que cuál era la religión de sus padres. Cyril contestó sin vacilar, que:

—“Entonces, –continuó el obispo–, usted se ha convertido al catolicismo”.

—“Bien, –dijo el obispo- en este caso, su baustismo será el primer paso en su camino hacia el sacerdocio”.

De esta forma, el 15 de agosto de 1965 Cyril fue admitido en la Iglesia Católica y enviado por Mons. Green a estudiar Humanidades en la Universidad Gallaudet de Washington DC, único Centro académico para sordos en Estados Unidos y, probablemente, en el mundo entero”.

Sin duda, son los caminos del Señor, tan distintos muchas veces a los nuestros. Los datos de su autobiografía continúan:

“Cyril estudió al mismo tiempo filosofía en la Universidad Católica. En 1967 regresó a Sudáfrica para terminar la teología. El 28 de noviembre de 1970 fue ordenado sacerdote por Mons. Green incardinándose a la diócesis de Port Elizabeth. Su ordenación sacerdotal fue todo un acontecimiento memorable, ilustrado por signos por un Redentorista de Estados Unidos, el P. David Walsh, capellán de sordos que Cyril conoció en su época de estudios en los Estados Unidos”.

Otro dato, también curioso, es que Cyril era el segundo sordo de nacimiento del mundo que era ordenado sacerdote.

Y a todo esto, ¿qué pensaba su familia? Su madre, judía estrictamente ortodoxa, se oponía, como no podía ser menos, a la ordenación sacerdotal de su único hijo.

“Cyril fue llamado formalmente por el Obispo para ser ordenado. Y fue su propia madre quien lo acompañó hasta el Obispo”.

“Predicó en varios idiomas misiones y retiros para sordos en toda Sudáfrica, y fundó una guardería para sordos en Soweto así como un albergue para negros al norte de Pretoria. Durante todo este tiempo, Cyril estuvo cuidando de su madre viuda. En su fuero interno, sin embargo, alimentaba el sueño de ser Redentorista”.

Metidos en detalles, éste, por pequeño que sea: La madre de Cyril murió el día de San Alfonso, fundador de los redentoristas.

“Al año siguiente, 1975, Cyril entró en la Congregación. Desempeñó el cargo de ecónomo viceprovincial y en 1984 fue Maestro de novicios. Durante sus 12 primeros años de redentorista, Cyril fue muy solicitado como misionero internacional: predicó misiones a los sordos en Italia, Irlanda, Reino Unido, Holanda, en los Estados Unidos, en Singapur y en Australia. Durante su estancia en Singapur descubrió que en Extremo Oriente había una seria carencia de atención pastoral a los sordos. Parecía que Dios lo estaba llamando como misionero para campos muy distantes entre sí. Cyril empezó a estudiar chino, consiguió dominar 4.000 caracteres y, tras dos años, se sintió capaz de aceptar la propuesta de trabajar pastoralmente con los sordos de Hong Kong y de Macao donde fue trasladado en 1988 incorporándose a la Provincia de Canberra que había fundado allí una comunidad”.

“Al padecer una retinitis pigmentosa, Cyril fue progresivamente quedándose ciego. Tras casi quince años de apostolado entre los sordos en Extremo Oriente, se vio obligado a abandonar su labor pastoral allí debido a su total ceguera y a retirarse a Peterborough, Inglaterra, al Centro de “Sordo-ciegos del Reino Unido” donde estudió Braille y aprendió la profesión de masajista terapeuta y aromaterapeuta. Actualmente, el sentido del tacto es su principal medio de comunicación. En estos momentos ejerce un apostolado internacional entre los sordo-ciegos al tiempo que, en 2004, iniciaba la labor pastoral de los sordo-ciegos en la archidiócesis de Westminster”.

—“Dios se ha servido de mi sordera para su labor; tal vez pueda servirse también ahora de mi ceguera”.

Este hombre de Dios ha cumplido ya 34 años de sacerdocio. Sin duda, un instrumento en las manos de Cristo, que como ayer, hoy sigue llegando a los sordos y mudos, para llevarles, a través de Cyril, el mensaje y la luz del Evangelio.