Turismo religioso

Autor: Padre Juan Manuel del Río C.Ss.R. 

Correo: delriolerga@yahoo.es

 

 

Hay muchas clases de turismo y de turistas. Pero el llamado “Turismo religioso” cada día cobra mayor relevancia. Es una ruta y oferta comercial cada vez más potenciada y valorada. El turismo religioso ofrece un amplio abanico de posibilidades para sorprenderse, conocer y enterarse de verdad de la palpitante vida que subyace en cada lugar y piedra arqueológica que uno visita. Es importante saber el por qué de las cosas que van construyendo la historia que a todos nos toca vivir.  

 

Roma Inmortal.  

Cada país o nación del mundo está lleno de historia y de riqueza arqueológica. Hoy me fijaré, por supuesto someramente, en algún rinconcito de Italia. En razón precisamente de que san Alfonso, fundador de los Misioneros Redentoristas, era italiano, y más concretamente napolitano.  

Conviene acercarse a Italia por la puerta grande de la cultura que es Roma. La Roma pagana y cristiana, que supo conjuntar y amalgamar ambos aspectos, sobre todo por el mecenazgo de los papas, en magníficas e innumerables obras de arte, orgullo y patrimonio no sólo de la ciudad inmortal, sino del mundo entero. Y provistos de buen calzado, patear, caminar toda la ciudad, hasta donde las fuerzas y el tiempo alcancen. Porque Roma nunca se termina de ver. Es una ciudad que no cansa, que invita a visitarla una y mil veces.  

Lugares alfonsianos: Nápoles.  

Pero si usted ha escogido como ruta religioso-turística los llamados “Lugares alfonsianos”, por su vinculación, por ejemplo, a los Redentoristas, lléguese a Nápoles, adéntrese por las calles del viejo Nápoles, la Vecchia Napoli. Es donde bulle la vida con una fuerza increíble, en una amalgama de gentes, tiendas, motos abriéndose paso con inaudita destreza entre la gente. En la Via dei Tribunali nos encontramos con el Ministerio de Justicia. Fue aquí donde el joven y brillante abogado napolitano, Alfonso di Liguori (San Alfonso María de Ligorio), perdió la causa en un famoso pleito que defendía. Providencial, porque fue lo que le hizo cambiar su vida para siempre.  

Alfonso no volvió a los tribunales, tal como lo había prometido, pero los tribunales no olvidaron al que fuera brillante abogado. Y así, en 1972 honraron su memoria en una solemne asamblea celebrada en el aula principal de esta antigua sede de justicia.  

A continuación es obligado acercarse a la bellísima Catedral de san Genaro. Es aquí donde se casaron sus padres. Aquí, donde se ordenó de diácono. Aquí, donde un 21 de diciembre de 1726 se ordenaba sacerdote. Y aquí, por cierto, donde Cayetano, sacerdote diocesano y hermano de San Alfonso, fue capellán de la capilla de la Catedral donde se conserva y licua dos veces al año la sangre de San Genaro. Y mejor que se licue, lo contrario es señal de malos augurios.  

Cerca de Catedral se encuentra la Via dell´Anticaglia; bajando hasta llegar a la plaza Largo Proprio Avellino nos encontramos con el palacio del Príncipe Avellino, donde San Alfonso obtuvo el doctorado en ambos derechos, con sólo 16 años. Muy cerca se encuentra también el Hospital de los Incurables, que Alfonso visitaba con frecuencia, y una vez más, al perder el pleito en los tribunales.  

Calle abajo está la iglesia de Ntra. Sra. de la Merced donde aquel día, tras salir del tribunal como perdedor y lleno de amargura, depositó su espadín de noble a los pies de la Virgen. Su decisión estaba tomada: sería sacerdote.  

Si volvemos sobre nuestros pasos pasando por Catedral hasta llegar de nuevo a la Via dei Tribunali, enseguida encontramos la iglesia de san Felipe Neri, sede de la Sociedad de los Jóvenes Nobles y donde Alfonso se reunía con los jóvenes como miembro que era de la Sociedad.  

San Alfonso tenía mucha devoción a San Cayetano, tanto que, al fundar la Congregación del Santísimo Redentor (Redentoristas), lo nombró como uno de los santos patronos protectores de la misma. Su especial devoción a San Cayetano era que sus restos estaban sepultados en la cripta de la iglesia de San Pablo, que a su vez está cerca de San Miguel a Segno, donde se hicieron las proclamas para su ordenación y donde fue asignado para hacer sus primeras labores pastorales, sobre todo de catequesis con los niños.  

En Nápoles hay muchas iglesias. Si de San Miguel a Segno, bajando una manzana, nos acercamos a la iglesia gótica de Santo Domingo, en una capilla lateral veremos una importante pintura de la Crucifixión, pero además nos enteramos de que aquí, muy probablemente, Alfonso estudió de niño. Por cierto, en la sacristía, en urnas de cedro están enterrados once príncipes de Aragón. Y si se trata de curiosidades históricas o para la historia, en esta iglesia está el sepulcro de Richard Concanen, O.P., primer obispo de Nueva York que, tras ser consagrado obispo en Roma no pudo llegar a su diócesis porque la muerte le sorprendió durante el viaje. Y otra curiosidad más, aquí residió otro dominico, el P. Fiorillo, director espiritual de Alfonso, y que fue quien le animó a regresar a Scala para llevar a cabo la fundación de la Congregación de los Redentoristas.  

A los hijos de San Alfonso, los Redentoristas, nos causa honda emoción entrar en la iglesia de Santa María dei Vergini donde fue bautizado san Alfonso. Según se entra, a la izquierda, está la pila bautismal y una lápida conmemorativa. Lo mismo que ver, aunque sea desde el patio, la casa donde vivían los Liguori. O la iglesia de los Padres Paúles donde acudía con su padre, don Giuseppe, a las charlas y retiros cuaresmales.  

Scala.  

El turista es un espía de la Historia. Pero no puede detenerse demasiado tiempo en cada lugar. Hay que caminar sin detenerse, sacando la mejor partida que se pueda al tiempo del que se dispone.  

Pues bien, si dejando atrás la fascinación abigarrada de recuerdos y sensaciones acumulados, salimos de Nápoles, podemos dirigirnos en nuestra ruta religioso turística a Scala, cuna de la Congregación de los Redentoristas, pasando por Amalfi.  

Toda la costa de Amalfi, bellísima, es de ensueño. Amalfi fue siempre importante y poderosa marítimamente hablando. De ella partían los Cruzados para Tierra Santa. Ellos trajeron las reliquias del apóstol san Andrés a la catedral. En ella predicó muchas veces san Alfonso.  

Fue la flota amalfitense la que derrotó a los sarracenos el año 849 cuando se dirigían al saqueo de Roma. Por barco se dirigió Alfonso a Amalfi para subir a Scala. Sin olvidar que don Giuseppe, su padre, fue capitán general de las galeras reales.  

Pero subamos a Scala. Desde las alturas de Scala podemos contemplar la catedral, el convento de los Redentoristas, la casa d´Anastasio, primer monasterio de la Congregación, y el monte de Ntra. Sra. de los Montes.  

A Scala se le ha llamado el balcón de Amalfi. Lo es. Un balcón para contemplar la bellísima costa de Amalfi, y para contemplar, como alguien ha escrito, una de las maravillas de la creación de Dios. Bajando, está Ravello, donde Richard Wagner escribió una parte del Parsifal.  

Alfonso tenía 33 años, cuando en compañía de otros amigos sacerdotes determinó ir a Scala. Tomaron un barco en Nápoles para atravesar la bahía y dirigirse a Amalfi. Era el año 1730. Una fuerte tormenta los desvió a Minori. Providencial. Allí se encontró con el Vicario general de la diócesis de Scala. Este invitó a Alfonso a quedarse en la cima del monte, más arriba de Scala, donde estaba la capilla de Ntra. Sra. de los Montes. Alfonso no perdió el tiempo. De inmediato comenzó a evangelizar a los pastores que estaban con sus rebaños. El contacto con la cruda realidad de una gente abandonada espiritualmente azuzó el espíritu misionero de Alfonso. Hoy, Scala tiene unos 1.700 habitantes. Llegó a ser diócesis el año 987. La catedral es del siglo XII.  

Así, un 9 de noviembre de 1732 nacía la Congregación del Santísimo Redentor (Redentoristas) en Scala. Era la fiesta de la Dedicación de San Juan de Letrán. Se culminó la misa inaugural de la Congregación con un solemne Te Deum cantado.  

La verdad es que, la alegría y emoción que todo comienzo ilusionado conlleva, duró poco. A la hora de redactar las Constituciones surgieron diferencias irreconciliables. Y uno tras otro, los pocos compañeros de Alfonso se fueron marchando. Tan sólo quedó un Hno. lego, Vito Curcio, que aunque no fue sacerdote, era un hombre culto, administrativo que fue del Marqués de Vasto. Pero enseguida se unieron a Alfonso y Vito otros, entre los cuales Sarnelli y Sportelli. De este modo, y dado el crecimiento, se trasladaron a la casa d´Anastasio, que se convirtió en el primer monasterio redentorista.  

Desde ahí comenzaron a predicar una serie de misiones redentoristas por la región de Tramonti. Seguramente no hay un solo pueblo de la costa de Amalfi donde no se haya predicado alguna misión redentorista.  

Por las penurias económicas y de vivienda, los redentoristas tuvieron que dejar Scala, con gran dolor de su alma. Doscientos años más tarde, en 1930, y gracias en parte a los esfuerzos del redentorista cardenal Van Rossum, los redentoristas han regresado a Scala.

 

Ciorani  

Alguien ha hecho un símil y ha dicho que, “si Scala es como Belén para los redentoristas, Ciorani es nuestro Nazareth y Pagani nuestra Jerusalén”.  

Efectivamente, en Scala nació, en Ciorani creció y en Pagani murió y resucitó. Vamos por partes.  

Fue en Ciorani donde se celebraron el primer y otros Capítulos generales. Causa una honda emoción entrar y vivir un trozo de historia de la Congregación en la pequeña capilla que sirvió de sala Capitular. Donde se promulgó la Regla aprobada por Benedicto XIV. Donde San Alfonso fue elegido Rector Mayor.  

En Ciorani está la habitación donde vivió san Alfonso y donde escribió la gran obra de la Teología Moral, las Visitas al Santísimo, Las Glorias de María, etc. Ciorani fue la primera fundación estable y aún permanece, desde 1736.  

De Ciorani era el barón Angelo Sarnelli, el mismo que les regaló terreno para construir y contribuyó a la construcción de la iglesia y de la casa que, una vez terminada, sirvió para acoger a los ejercitantes que venían a hacer retiros y oración. Entre ellos, el mismo padre de Alfonso.  

Los redentoristas pasaron siempre penurias económicas, sobre todo en los comienzos. Y así, en Ciorani, el barón Sarnelli regaló un viñedo a los Padres para que pudieran ayudarse económicamente, ya que las misiones se predicaban de gratis, y a penas había estipendios de misas.  

Andrés, un hijo del barón, hizo las escrituras a favor de los redentoristas. Pero al morir el barón, algunos de sus hijos acudieron a los tribunales para tratar de recuperar la posesión del viñedo, con el argumento de que la Congregación no tenía derecho a poseer propiedades. Veinte años tardaron en dar la solución a favor de los redentoristas.  

En cambio, otro hijo del barón Sarnelli, Genaro, entró en la Congregación, y hoy es el Beato Sarnelli. Es conocido como el apóstol de Nápoles por su lucha por erradicar los vicios, y la prostitución, de la ciudad. Trabajó mucho con las prostitutas del puerto ayudándoles a reformar sus caminos. Al Beato Sarnelli se debe la gran misión de Nápoles dada de 1741 a 1742 en toda la ciudad. San Alfonso y el P. Villani estuvieron encargados de la misión.  

La actividad misionera desde la comunidad de Ciorani fue impresionante, ya que de 1736 a 1751 misionaron 243 pueblos.

 

Materdómini  

Las misiones populares para los redentoristas han sido, al menos en el pasado, la mejor y más importante fuente de vocaciones para la Congregación. Cada año ingresaban de diez a doce candidatos. En 1793, año en que se lleva a cabo la unión con los padres enclavado en los Estados Pontificios, la Congregación tenía ya 180 miembros, y 17 fundaciones.  

Pero vamos a Materdómini. En 1746 se predicó una misión, y el obispo de Conza solicitó a San Alfonso que fundara en el punto más lejano de su montañosa diócesis: Caposele. El convento estaría unido a un antiguo Santuario dedicado a la Madre del Señor (Materdómini).  

Hoy Materdómini es uno de los centros de peregrinación más importantes del sur de Italia. Llega al millón la afluencia de peregrinos cada año. La causa: San Gerardo Mayela. Sólo el día de su fiesta de este año 2005, 16 de octubre, se acercaron a Materdómini sesenta mil peregrinos. Decir Materdómini es decir San Gerardo. Allí vivió san Gerardo sus últimos días y allí está enterrado; sus restos yacen en una urna al frente del altar, y a la vista de los fieles, en la antigua capilla, reformada tras el terrible terremoto de 1980, a la par de la nueva y preciosa basílica. En Materdómini y alrededores todo gira en torno a san Gerardo.

 

Muro di Lucano  

San Gerardo Mayela había nacido en el precioso pueblo de Muro di Lucano (provincia de Avellino), en 1726. Muro es un pueblo que en la actualidad tiene seis mil habitantes; está enclavado en forma de anfiteatro romano, sobre la montaña, de precipicios grandes y profundos, y de una belleza irresistible. En lo alto de Muro hay una hermosa estatua en piedra blanca, de san Gerardo. Y otra, en metal, para algunos más bonita aún, junto a la catedral que, desde hace años está en reparación. El obispo no reside en Muro. Pero en Muro se conserva la casa natal de san Gerardo. Lástima que la hayan convertido en una pequeña capilla, aunque actualmente el ayuntamiento está haciendo gestiones para reformarla y darle su aspecto original.  

Desde una ventana de la casa se descolgó para escaparse de la habitación donde su madre lo había cerrado bajo llave para que no se fuera con los misioneros redentoristas. Estos dieron la misión en Muro, y Gerardo, aprendiz de sastre, pidió ser admitido en la Congregación, como Hermano lego. El superior de la misión, P. Cáfaro, lo vio demasiado débil y enfermizo para tal vocación. Tampoco su madre quería desprenderse de él. Acordaron encerrarlo. Pero Gerardo, ayudado por las sábanas que anudó a la ventana, se descolgó y se marchó. Sobre la mesa dejó una nota: “Voy a hacerme santo”. Y santo se hizo. Realizó su noviciado en Illiceto. Hizo su profesión religiosa el año 1752. Murió en plena juventud, en 1755. Fue canonizado en 1904. Es el santo por excelencia de Italia.

 

Pagani  

Nuestro turismo peregrinación llega a su término por hoy. Pero no podemos dejar de visitar Pagani. ¿Por qué?  

En 1741 san Alfonso y otros compañeros predicaron una misión en Pagani. Fue tal el entusiasmo de clero y fieles que les pidieron fundar allí una casa. Incluso un sacerdote, de nombre Contaldi, se ofreció a proveer los gastos necesarios. San Alfonso, prudentemente quiso saber si esto se debía al fervor del momento o si iba en serio. Le dijo que se lo pensara y que al cabo de seis meses le dijera si seguía en la misma idea. Contaldi seguía en la misma idea. Y se redactó el documento legal.  

Pero cuando el edificio estaba casi terminado, el clero local se alborotó. Veían como contrincantes suyos a estos religiosos. Y lograron un decreto gubernamental para paralizar las obras que, prácticamente, estaban casi terminadas. El P. Sportelli, rector a la sazón, se enteró de todo el tejemaneje cuando el documento estaba para llegar. Movilizó al pueblo para que le ayudaran. Se hizo la bendición del templo. Comenzó el culto en la iglesia, misas, confesiones, comuniones. Ante esto nada podía hacer el oficial. Alguien quiso ser eficaz en el mal, y colocó dos barriles de pólvora bajo. Uno de los conspiradores, arrepentido, dio el chivatazo, y la pólvora fue retirada.  

San Alfonso vivió en Pagani de 1751 a 1762, año que fue nombrado obispo de Sant´Agata dei Goti. Regresó en 1775 después de renunciar a su sede, en razón de la edad y la salud. Y en Pagani vivió  hasta su muerte, que tuvo lugar el año 1787. Está enterrado en la misma iglesia que él construyó en Pagani. Sus restos yacen bajo el altar de la capilla dedicada a su memoria.  

Hay un detalle. El Papa Pío IX, tras ser obligado a huir de Roma, vino a Pagani en 1849. Al terminar de celebrar la misa, se arrodilló y cambió su anillo por el de san Alfonso.  

Fue en Pagani donde San Alfonso escribió varias de sus abundantes obras. La segunda, tercera, y cuarta edición de su Teología Moral se publicaron viviendo él en Pagani. Lo mismo que las Reflexiones sobre la Pasión, el Gran Medio de la Oración, la Verdadera Esposa de Jesucristo, etc. Por supuesto, sus obras son parte de los 30.000 volúmenes que tiene la biblioteca, muchos de los cuales fueron consultados por el santo.  

Pagani es un trozo de historia viva de la Congregación Redentorista. Allí se conserva, entre otras cosas, un sillón con ruedas que le servía para deslizarse por el corredor y hacer el Vía Crucis. La habitación que ocupó se conserva tal como cuando él vivía. También el reloj que, cuando sonaba, el santo acostumbraba a rezar un Ave María.

 

Amigo lector:  

Si has tenido la suerte de hacer esta peregrinación en realidad, la lectura de estas líneas que anteceden te habrán ayudado sin duda a refrescar gratamente la memoria. En caso contrario, ojalá tengas la suerte que otros hemos tenido. Es una peregrinación que conforta el alma. Y en todo caso, te invito que, al terminar esta lectura, tú también reces un Ave María a la Madre del Señor. Donde está María está Cristo.