El espejo

Autora: Kary Rojas

 

 

Siempre que queremos vernos a nosotros mismos y vislumbrar nuestro reflejo, recurrimos al espejo…Por lo general lo usamos para observar o analizar nuestra apariencia o la imagen que mostramos, pero inconcientemente lo que nos preocupa es como nos ven los demás, si así como somos o como nos manifestamos, nos aceptan o somos rechazados. De este modo quizás ni nos conocemos y mucho menos nos aceptamos, porque vivimos más preocupados en agradar al otro y
complacerlo, que reconocer nuestros dones y cultivarlos.

Y en este afán de búsqueda y temor por la no aceptación, salen a relucir nuestras fragilidades y se resalta en nosotros el error, deteriorando nuestra autoestima, sintiéndonos siempre inconformes y culpando de todo al Amigazo Dios. Estarndo atentos a todo aquello que podemos señalar o rechazar en el otro, para justificar nuestra propia humanidad, sin reconocer quizás que eso que juzgamos es lo que en nosotros mismos nos cuesta aceptar.

Los seres humanos somos un espejo, lo que brindamos u ofrecemos, eso mismo recibiremos; si sonreímos nos sonreirán; si le miramos o hablamos con enojo, así nos responderán; por lo general tratamos de dar siempre de la manera como nos dan, así la vida se convierte en un circulo o cadena y con el ojo por ojo, poco a poco va quedando ciega la humanidad…

De forma similar sucede cuando nos convertimos en espejo donde las personas que encontramos en el camino, redescubren su realidad; todo se convierte en reflejo de lo que se vive, se piensa y se siente; y cuando esto es difícil de aceptar, mejor se prefiere rechazar o ignorar.

Si queremos que el otro cambie, empecemos nosotros mismos por cambiar; mejorando aquello que pretendemos que los demás aprendan a mejorar, sólo así lograremos transformar realidades y no perder la fe ni la esperanza de que podemos vivir en armonía aprendiendo a ser felices de verdad.

Si nos aceptamos tal cual somos, no nos será difícil estar frente a alguien que posea características muy similares a las nuestras y eso lo hará para nosotros especial. Lo ideal sería que lográramos ver en los demás, el espejo en el que a Dios le gusta contemplarse y su imagen reflejar; así el mundo entero siempre nos devolverá la cara amable con la cual le aprenderíamos a sonreír y a mirar.