Fondo y forma

Autora: Kary Rojas

 

 

Con el correr del tiempo, la vida se ha convertido en una carrera contra reloj, en el que cada día, el activismo se apodera de hombres y mujeres, quienes concentran sus pensamientos, obras y energías, en mil acciones que por el afán de hacer cada vez más, se ofrecen simplemente pinceladas que maquillan la realidad. En esta maratón diaria, las metas van deformando su objetivo, y ya es común que aunque en la teoría se diga que se tiene un ideal altruista y que no se espera más que el fortalecimiento de los valores; en la práctica, se busca aparentar, agradar a los que tienen el poder y recibir la
recompensa material que ellos dan.

Es ahí donde el trabajo, el estudio, la cotidianidad, se convierten en una constante competencia, donde gana el que alcanza primero los logros, y rinde mejor las cuentas, sin importar qué ni cómo lo hizo, y mucho menos, si lo realizó pasando por encima de los demás. De ahí surgen y toman fuerza los sentimientos de envidia, venganza, orgullo y vanidad que poco a poco se han ido apoderando de la humanidad; que haciendo vida, el ojo por ojo, se está quedando ciega, y ya no logra ver o descubrir lo que realmente tiene valor y ha de importar.

También muchos de los gestos, palabras y acciones que se ofrecen, son más de forma que de fondo, por aparentar, por obtener algo a cambio o simplemente por agradar y sentirse parte de una sociedad que cada día condiciona y excluye más. De este modo, nos vamos dejando envolver, por las apariencias, vistiéndonos con máscaras que vayan de acuerdo a lo que queremos mostrar o a las exigencias del mundo material; las acciones realizadas esperan ser reconocidas y recompensadas, el juego de la vida consiste en hacer por hacer, cumplir y agradar; gana el que acumule más obras y merezca más reconocimientos, que le ayuden a ser más poderoso y popular.

De ahí que ahora todo sea más efímero, las relaciones, el sentido de lo que es una familia, los sentimientos de amor y de amistad, nada de eso dura, y aunque aparentemente se muestren sólidos y que son de verdad, al enfrentar la más mínima tempestad, se hunde el barco y se pierde todo lo que parecía ser para siempre. Es también esta la razón, por la cual aún estando metidos en el mundo, rodeados de personas con quienes se interactúa diariamente, el corazón del ser humano es ahora desconfiado, y vive lleno de vacío y soledad.

Lo importante es construir nuestros pensamientos, obras y sentimientos, de fondo y forma; teniendo en cuenta que para que sean realmente fuertes y superen cualquier dificultad, deben tener una base sólida, nacer desde dentro, sin ser ofrecidos o realizados a la fuerza, sino movidos y entregados por la fuerza del amor, haciendo que trasciendan, vengan de Dios y a El sepan de nuevo llegar.