Baja la mirada

Autora: Kary Rojas

 

 

Andas muy de prisa por el mundo, mirando hacia las alturas, creyendo que entre más alto veas, más lejos llegas; y así caminas distraído, sin ver por donde vas, no te das cuenta si en tu caminar, huellas o cicatrices has de dejar. Buscas a Dios en lo más alto, por eso no lo sientes o no lo aciertas; crees que te ha abandonado; vacío y soledad experimentas. Dios no está en las alturas, El habita dentro de ti y de cada persona o criatura que camina a tu lado, esas que te llevas
por delante o has ignorado.

Sigues construyendo un mundo enorme, en el que te pierdes y te sientes inconforme; colocas todo tan arriba que te cuesta muchas veces alcanzarlo o tan siquiera tocarlo; prefieres elegir otro camino, repitiendo la historia, pensando solo en ti, sin acordarte de mi.

Baja la mirada, mantente atento al sendero que recorren tus pasos, descubrirás que existen personas como yo, que caminan a tu lado pero mucho mas despacio; habitamos el mismo mundo que tu y nos has olvidado, construyéndolo tan sólo para los que como tu son más alto.

Baja la mirada y aprende a descubrir las grandeza que esconden las cosas más pequeñas, también recuerda que para subir se debe empezar desde abajo, y todo aquello que desees construir se hará más fuerte y equilibrado, si tienes buenos simientes y te esmeras en lo que colocas en sus bases, para así llegar a lo más alto.

Bajar la mirada no significa humillarte, ni renunciar; sino ser humilde y sencillo, pensar en los demás, recordar que la perfección de Dios se esconde en lo imperfecto, tratarlo de encontrarlo en cada corazón que te has de encontrar, y sobre todo, soñar en alcanzar las cosas más grandes, desde las más pequeñas que puedes realizar.

Baja tu mirada, mira bien por donde vas; no sea que por mirar tanto hacia arriba, tropieces y caigas y tengas miedos de volverte a levantar; recuerda que el que sube rápido, así rápido ha de bajar.
Baja la mirada y no te olvides de los más pequeños, esos que por andar mirando hacia arriba, pasas por alto y logras ignorar, sin tener en cuenta lo que piensa y siente, ni mucho menos lo que ha de esperar y necesitar.