El que se fue para Barranquilla perdio su silla...

Autora: Kary Rojas

 

 

Porque todos los seres humanos, tenemos ubicadas algunas sillas de lado y lado, para sentirnos rodeados y acompañados, en los distintos momentos que la vida nos ha regalado…
Y lo que más deseamos es sentir, que esas sillas no se encuentran vacías, hay quienes ahí se han sentado, ocupando ese lugar privilegiado que nos hace sentir que solos no hemos estado…

Es ineludible saber cuidar ese puesto, tener la previsión de levantarnos, sin abandonarlo ni soltarlo, ya que el vacío se empieza a notar, y surge la el anhelo de que otro lo logre ocupar; para estar ahí muy cerca del corazón y así poderlo conquistar y acompañar.Esas sillas no se venden, ni se arriendan, tal vez se pueden por un tiempo reservar, para ello no hay que pagar nada, simplemente hacerse sentir y que el alma que se ve rodeada de amor, no experimente nunca vacío y soledad.

Pero muchos no tienen la precaución y se alejan en búsqueda de algo más, se dejan envolver por el tiempo que pasa veloz sin avisar y los hace descuidar ese lugar tan cercano al corazón; haciéndolos perder la noción de tan fenomenal valor. Están demasiado acostumbrados que se sienten tan confiados y creen que no es necesario susurrar alguna palabra, alimentar con detalles, dejar alguna señal que mantenga reservado ese sitio privilegiado, y permanezca viva la ilusión.

Y cuando se sienten cansados de aventurar, o desean escapar de aquello que los hace ahogar; pretenden regresar quizás sin avisar, seguros de que ahí permanece vacío y frio ese lugar; en la espera de aquel que se marchó, dejando herido y solitario el corazón… Vuelven a su silla con la esperanza de descansar, añorando que todo como antes o mucho mejor pueda estar; pero se llevan la sorpresa, de que otro ha ocupado su lugar, no estaba planeado, no se intenta reemplazar a
nadie, simplemente, hay quienes encuentran el vacío, lo ocupan, aprenden a valorar y disfrutar, aquello tan valioso y hermoso, que otros confiados de que era su propiedad, lo descuidan, lo ignoran, lo abandonan y a la hora de desear retomarlo, ya no se pueden acomodar, el asiento está ocupado, alguien más ese vacío ha llenado…

Cuida y no abandones la silla concedida, porque si te vas, cuando regreses, tal vez la tengas perdida…