No dejes que me acostumbre...

Autora: Kary Rojas

 

 

Es la costumbre uno de los enemigos más grande de cualquier sentimiento y relación; porque por acostumbrarse se enfría el alma y se acomoda el corazón.
Hay por eso quienes se acostumbran y malacostumbran en el dar o recibir, son los sostenidos o los que sostienen, los que entregan o solo se aferran a lo que tienen. Por eso… no dejes que me acostumbre a tu presencia y no siga buscándote porque sé que aunque digas o no digas nada estás ahí; no dejes que me acostumbre a tus silencios y ya no te extrañe, porque si me acostumbras a tu ausencia no me hará falta estar junto a ti y cuando regreses quizás alguien más habrá
ocupado ese lugar que sentí vacío cuando te acostumbraste a mantenerte distante y callar. Muchos se acostumbran a lo que tienen sin saber realmente lo que poseen, hasta que por estar acostumbrados a tenerlo lo pierden y se lamentan de no poder volver a poseerlo.

No dejes que me acostumbre a lo que sientes ni quiero que te acostumbres a lo que siento por ti, porque se acabarán los detalles, y será solo costumbre este sentimiento que por acostumbrarse puede morir. No dejes que me acostumbre a mantenerme ausente, no quiero sentir que te da igual si me pierdo o he de aparecer; es valioso sentir que alguien nos extraña, que espera con ilusión el instante en que hablaremos de nuevo o nos podemos volver a ver.

No te acostumbres a que sea yo quien todo lo sostengo, ni quiero acostumbrarme a que lo sientas tu responsabilidad, porque tarde que temprano nos agotaremos, alguien aquí soltará todo y va a renunciar… No dejes que me acostumbre a que no tienes tiempo, ni permitas que me conforme con lo que podemos da, no dejes que todo lo entienda; no hay necesidad de exigir más de la cuenta, se puede renovar de muchas maneras cada momento y vivir cada día como si fuera
la primera vez.

No nos acostumbremos a que solo uno de el primer paso, que pida perdón, que rompa el hielo, acorte distancias y mantenga unidos los corazones; existen una y mil más razones para vivir al máximo una relación; sobre todo cuando la sentimos pura y verdadera, porque no se encuentra en cualquier rincón; no quiero acostumbrarme a tenerla, es mejor sentirme privilegiada y así valore cada instante que estás cerca y añoré tu presencia en tus ausencias, me las ingenie de mil formas para demostrarte el sentimiento que abraza mi corazón; no quiero suponer ni acostumbrarme a que rte, tener esa capacidad de asombrarme con aquello tan sublime y sagrado que valoro como regalo del mismo Dios.