Perdonar, sanar, restaurar, renovar...
Autora: Kary Rojas

 

 

Porque existen recuerdos, situaciones, acontecimientos, personas, 
que más que huellas han dejado heridas en el alma y se convierten en 
la piedra en el zapato que no nos deja avanzar puesto que duele y 
lastima cada vez que intentamos caminar… es necesario, urge, 
aprender a perdonar…

¿Y qué es el perdón?... es la medicina que sana el dolor del alma, 
es el sentimiento que devuelve la esperanza, es el milagro que 
renueva o restaura, es la magia que nos permite recordar sin sufrir, 
y muchas veces olvidar aquello que tanto nos hizo llorar, nos robó 
la fe, en el amor, en la amistad, en Dios, en uno mismo o en los 
demás…

Por ello debemos aprender a Perdonar; quizás a Dios, no porque haya 
hecho algo mal… sino por aquello que lo hemos de culpar: 
enfermedades, accidentes, consecuencias de los errores de la 
humanidad, infertilidades, hijos con características no esperadas, 
abundancias o carencias, inconformidades propias que nos impiden 
encontrar la paz. Hacemos de nuestra oración un muro de lamentos, 
nos alejamos de El porque no logramos entender o discernir cuál es 
su voluntad, le culpamos de los errores de otros… 
Para poder renovar nuestro interior, es preciso liberar de toda 
culpa a Dios, aprender a descubrir y experimentar su inmenso amor y 
encontrar en él la sanación interior… 

Hay casos en los que nos cuesta reconocer, que es a nosotros mismos 
a los que debemos perdonar; porque nos culpamos de muchas de las 
cosas que pasan a nuestro alrededor, juzgamos muy severamente 
nuestros errores, nos atormentamos por lo que dejamos de hacer o 
hicimos mal; divorcios, muertes, separaciones, palabras dichas y 
otras que no se dijeron, flores marchitas, historias de amor y 
amistad que no lograron terminar de escribirse o que tuvieron un 
triste final… y nos quedamos estancados en el pasado sin poder 
avanzar; negándonos la oportunidad de empezar de nuevo, liberarnos, 
restaurar, renovar… 
Perdonarnos, es ser capaces de aceptar e indultar nuestra propia 
humanidad; pasar la hoja, atrevernos a escribir un nuevo capítulo de 
nuestra historia personal. 

Para encontrar la paz del alma, hace falta perdonar también a los 
demás; la palabra que dolió, la traición que golpeó, la acción que 
la vida destrozó, el abandono que dejó vacíos internos, la omisión, 
la indiferencia, los acosos, el cansancio, la fragilidad humana del 
otro que tanto hirió, que robó la fe, la esperanza de creer en el 
amor, en la amistad, aún en el mismo perdón… 
Perdonar al otro es liberarnos de sentimientos que causan mucho más 
dolor; porque nos encasillan en hechos que ya pasaron, en tormentas 
que cesaron, en diluvios y terremotos que aunque arrasaron con lo 
mejor de nosotros mismos, no todo se lo han robado; porque mientras 
nuestro corazón siga latiendo, tenemos la oportunidad de seguir 
viviendo, restaurando lo que está destruido, renovar el corazón 
herido, devolviendo la fe y la paz que se había perdido… 

El perdón sale de nosotros mismos, de nuestra capacidad de amar, de 
volver a empezar… El aprender a perdonar surge de esa experiencia 
que tengamos del Amigazo Dios que nos enseñó a perdonar, saldando El 
mismo todas nuestras deudas, liberándonos de toda culpa, 
regalándonos la nueva vida en el amor que a diario nos manifiesta, 
en esa cruz, que más que condenarnos nos redime y nos libera… 

Perdonar es empezar de nuevo, amar con tanta intensidad que hagamos 
del perdón el milagro que restaure nuestra vida, le devuelva la paz 
y la esperanza perdida; y nos llene de fuerza y fe para hacer 
nuestros sueños realidad…. 

Por ello, revisa tu interior y piensa: ¿Qué te hace falta perdonar? 
¿Qué te impide avanzar?... ¿Estás list@ para empezar de nuevo, 
reparar, restaurar, renovar?... 
Solo Dios nos da esa capacidad de perdonar; de El recibimos y 
aprendemos el perdón que le devuelve la paz al corazón… 

Cada día en nuestra oración repetimos: Perdónanos como perdonamos… 
digámosle también, enséñanos a perdonar como Tu nos has perdonado… 

Así Sea…