Cuando no es suficiente, simplemente saberlo...

Autora: Kary Rojas

 

 

Sabemos que estamos vivos y hablamos con propiedad del inigualable valor de la vida, pero cómo nos cuesta aprender a vivir dignamente y ser defensores de la dignidad de aquellos que con nosotros caminan, porque todo lo que se nos ofrece y logramos conocer cada día, nos atrae y envuelve sutilmente, y nos lleva a más que vivir, intentar sobrevivir para no naufragar ni ir contracorriente en el océano de la vida…

Y expresamos a la perfección los mandamientos de la ley Dios, sabemos que el principal de todos ellos es amarlo a El por sobre todas las cosas y al prójimo como El mismo nos amó; y si lo conocemos al derecho y al revés, por qué preferimos todas las demás cosas que aquello que tiene que ver con Dios y por qué pensamos mas en nosotros mismos y somos indiferentes a las necesidades del otro y a su dolor?...

Decimos que al mundo lo está matando la contaminación, exponemos sobre el calentamiento global a la perfección; pero no somos capaces de dejar limpio el lugar que cada mañana aseado y ordenado encontramos, justificamos que somos de los que pagamos para que otros recojan la basura que nosotros arrojamos… y eso que conocemos teóricamente de humildad y conciencia social, hasta hablamos de sentido de pertenencia, de valores y definimos lo que es ecología, civismo y urbanidad. Dominamos la tecnología, navegamos por la red, aprendemos ágilmente a manejar todo adelanto que la ciencia nos quiera ofrecer, nos satisface el tener lo más sofisticado que puede haber, y así, mientras más sabemos más nos deshumanizamos y en la medida que el hombre busca inventar de más para sentirse un dios, Dios creó este mundo y todo lo que hay en él, para hacerse hombre y enseñarle lo que es el amor como solo lo sabe hacer realidad El… Por eso desde que nacemos, hacemos de la vida una escuela donde aprendemos con los primeros pasos que damos, con las palabras que pronunciamos y todo aquello que vamos conociendo de las personas que caminan a nuestro lado; se nos enseña de los caminos correctos y hasta nos indican cuales son los equivocados, y si ya los conocemos, ¿Por qué al caminar nos desviamos? ¿Por qué hacemos de nuestras palabras y de nuestros silencios, piedras que a otros para herirlos, lanzamos?... Y si sabemos lo que nos alimenta y lo que nos hace daño, ¿Por qué optamos por aquello que no nos sacia ni nos ayuda a crecer, haciéndonos sentir vacios e inconformes; tan solo porque ciegos, sordos y mudos nos queremos creer?, justificando con que no es suficiente saber, pues hay que experimentar para comprobar lo aprendido, aunque nos tengamos que lamentar después, por caer o fracasar, herir o dañar, sentir el corazón roto en pedazos o sufrir por perder sin valorar lo que alguna vez tuvimos y quisimos.

Y así muchas veces entre más sabemos, menos sentimos; y si más conocemos, más nos volvemos insensibles y prevenidos, porque saber nos llena de temor y hasta aprendemos con el objetivo de alcanzar respeto y una posición, sentirnos poderosos, ,humillar al que consideramos nada sabe, porque no tuvo la oportunidad que a nosotros se nos dio, creernos más que el mismo Dios; pero estamos equivocados, así no logramos parecernos a El en lo que realmente lo hace grande y le da toda su grandeza y poder, y es en su misericordia y humildad, en esa capacidad de hacer propio el sufrimiento del otro y dar la vida por Amor a los demás… haciéndose así libre para liberar, queriendo rescatar al que se perdió, aprendiendo a reparar lo que está roto, salvar y cuidar este universo hermoso, con todo lo que en él por amor y para el amor se nos dio, con la sabiduría para hacer milagros y hacer posible lo que nadie creyó; construir desde los pedazos y poder devolver la vida a lo que por falta de amor murió .