El desafio de la montaña…

Autora: Kary Rojas

 

 

Y en ese anhelo profundo de romper la rutina y poder sentir en el alma y en la piel lo que es vivir intensamente la vida… se me abren los ojos del corazón y puedo por fin contemplar con emoción, lo esencial que me permite deslumbrar, la majestuosa y noble montaña que silenciosamente me invita, a ir más allá de todas las cosas que se ven a simple vista, alcanzar todo su esplendor y asumir la esencia creadora y transformadora que ha tenido en ella el gran artista…

Así, ante la pequeñez y fragilidad de mi humanidad, percibo en lo más profundo todo aquello que simplemente se me quiere revelar, no me pasa desapercibido, porque me hace sentir y experimentar como:

Salir de mí misma hacía la montaña, es romper todo aquello que me ata y asumir la propia libertad, de tomar mis decisiones, avanzar dando esos pasos que aunque quizás sean cortos y despacio, se apoyan con firmeza dejando huellas por los senderos donde van…

Subir a la montaña es el desafío de alcanzar aquello que he de soñar, no importa que tan alto o imposible se vea, sé que podré alcanzarlo, si llevo mi silla para subirme en ella, si creo en mis dones, talentos y en tanto que a diario el Amigazo por amor cada día me entrega, así también seré capaz de vivir la aventura, de estimular todas mis fuerzas y llegar hasta la sima aunque ser demasiado pequeña sea mi verdad y desafíe mi fragilidad o fortaleza…

Mover la montaña es experimentar, la plenitud de la FE que puede hacer realidad todo aquello que desde el corazón se ha de implorar; Dios nos dice que con lo simple de un granito de mostaza, hasta las montañas se rendirán, irán a donde nosotros queramos, nos permitirán ver el sol cuando se intente esconder, para dejar la lluvia pasar y los pastos reverdecer.. . pero no podemos desesperarnos, hay que mantener la calma, porque siempre cuando pasa la tempestad, aparece un arcoíris coloreando las montañas, esa es nuestra esperanza…

Estar en la montaña es permitirnos asumir, el desierto de nuestra soledad, sumergirnos poco a poco en lo más profundo de nosotros mismos, aislarnos de los ruidos de la sociedad, pensando en lo que en el camino nos vamos a encontrar; toda esa experiencia nos dejará aprender a escuchar el silencio y estar atentos a la voz que nos quiere hablar en los diferentes acontecimientos que a nuestra vida y alrededor han de pasar…

Contemplar la montaña es sentir como el amor marca el ritmo de nuestro corazón mostrando el sendero que recorrerá; abrazar la montaña e inmortalizar un instante así, es aprender a dejarse amar, y sentir que Dios siempre ha estado, para El no existe un tiempo ni un espacio, El está y estará ahí por toda la eternidad…

Así de simple y un poco loco puede ser todo esto que se nos quiere silenciosamente revelar, para que seamos capaces de hacer vida lo que el Amigazo en su Evangelio diario nos quiere regalar: surge EL DESAFIO DE LA MONTAÑA, que implica lanzarnos a la conquista de su sima más alta y en ellos hacer cada uno de los sueños realidad, pero en todo ese proceso, no ir en soledad, sino compartir el camino con esa personita a la que llamaremos AMIGO y nos hará realidad el DESAFIO DE LA AMISTAD… superando tiempo y distancia, haciendo Único el momento compartido y el lugar…

Y como en todo desafío surgen las preguntas, y en cada respuesta se crece el espíritu y madura nuestra humanidad, podemos en cada momento a aprender a orar, aprovechando cada espacio que Dios nos da, como ofrenda de amor a El y así hacer vida el Evangelio, Luz que guía nuestros pasos hacía LA VERDAD…

Así de simple es… esa montaña que vemos desde nuestra ventana… la misma que vislumbramos a veces muy lejos y otras más cerca, unas muy alta y otras pequeña… pero que siempre nos invita a escalarla, porque es el DESAFIO DE NUESTRA VIDA, sentir que es parte de nosotros y nosotros de ella…

La Magia de la montaña está en todo lo que ella sola, en sí misma puede significar… nos habla sin palabras, nos inspira con su inmensidad, nos seduce llamándonos a ir hacía ella, haciendo camino al andar y asumir el desafío de escalarla sin retroceder nunca ni rendirse jamás, siendo así capaces de tocar con las manos el cielo, hasta el infinito y más allá… experimentando en ello que tanto los sueños como los milagros son posibles de perpetrar, la larva se hace mariposa y aunque todo tiene su final, en la vida, cada final es un nuevo comenzar.