Como una silla en el parque…

Autora: Kary Rojas 

 

Hay personas que son en el mundo como una silla ubicada en medio del parque… una silla más entre muchas, que se encuentra en el camino con otras personas, unas pasan de largo, otras se sientan en ella y hacen una estación, se acomodan, sin ver más allá de lo que a simple vista miran y luego se alejan, sin darse cuenta de lo que dejan…

Otras, solo se quedan con lo que ven en ella, una silla más, una persona x como todas… que le pasa el tiempo, enfrenta el frio, el calor, las hojas del otoño, el invierno… y cuando alguien les pregunta su opinión sobre ella, dicen: es una silla, útil… hasta bonita se ve cuando uno la mira bien… la he visto algunas veces… o quizás no ha habido suficiente tiempo para ver como es, es una buena persona, poco se le conoce, pero cae bien…

También están los que en sus afanes se cansan de buscar sin hallar… y se acomodan en la silla, descansan, reparan lo que sientan quebrantado en su vida, la escuchan, le hablan, y al final, cuando recuperan las fuerzas, se levantan, se marchan, sin decir ni siquiera gracias, no se dan cuenta de lo que sin pedir nada a cambio se les da… ¿Cuántas veces hemos pasado de largo sin darnos cuenta de las personas tan valiosas que a nuestro lado están?...¡Qué triste es llegar a descubrir algún día que perdimos esa hermosa oportunidad!

Pero hay quienes en su caminar, deben esforzarse un poquito de más, porque a simple vista son más pequeños y frágiles, son almas soñadoras, que en su lucha diaria tropiezan muchas veces, pero no se rinden ante la dificultad, aunque encuentran piedras en el camino o los demás les miran indiferentes o distintos, sin percibir en su pequeñez, la grandeza de Dios que escondida está… Sólo un alma, como ésta, humilde y sencilla, es la que en su andar puede descubrir a primera vista a esa personita, que nació para donarse y servir, como esa silla que en el parque silenciosa está; viendo en ella la obra que el Creador ha querido al mundo regalar… No pasa de largo, se detiene, contempla y le pide mucho a Dios que le permita de ella disfrutar y saberla valorar…

Y es ahí cuando al darse esa oportunidad de conocerla, descubre toda la fuerza y magia que en ella hay, es una cajita llena de sorpresas que con solo existir edifica y enseña, por el testimonio, la prudencia, la fidelidad y sabiduría que la saben inundar, no hace alarde de su grandeza, solo quien se detiene y se permite contemplar, descubre lo que el mismo Dios quiere a través de ella obrar…

En almas así, es posible descansar y plenamente confiar, con ellas se hace realidad el milagro de la verdadera amistad, porque son personas realmente especiales, que no hacen alarde de lo que tienen y son, simplemente se entregan sin condición a quién se atreve a descubrirlas por obra y gracia de Dios, aunque ante los demás, pasen muchas veces desapercibidas como esa silla que en el parque, silenciosa y sumisa está; así suele pasar… lo esencial se hace invisible ante los ojos de la humanidad que no sabe ver más allá… Yo te descubrí y ahora eres más que una silla en el parque, eres lo más grande y valioso que el Amigazo me ha sabido regalar, GRACIAS POR TU EXISTIR, SER, HACER, ESTAR Y PERMANECER… Me haces mejor persona cada día, enséñame lo que es para siempre, quiero que nuestra amistad dure más allá de la eternidad.