La piedra que no sabia que era esmeralda

Autora: Kary Rojas

 

 

Había una vez una piedra que no sabia que era esmeralda, por lo tanto no sabia su valor… Muchas veces se ocultaba o se encerraba en sí misma, porque no se conocía y tenía miedo que le hicieran daño o le causaran dolor…

Muchos la encontraban y se detenían en ella porque les llamaba la atención, otros seguían de largo pues era muy difícil que lograran descubrir a simple vista la grandeza de su corazón…

- ¡Qué piedra bonita!, decían algunos… Tiene algo que llama la atención… Tal vez es solo algo de su apariencia… seguro encontraremos algo mucho mejor…

Era lo que expresaban y la soltaban, y cada caída era un golpe que le dolía demasiado, pero sin darse cuenta, la pulía y la liberaba de aquello que le pesaba y no valía… 

Paso mucho tiempo, experimentó momentos malos y buenos, mas de una vez creyó encontrar lo que tanto buscaba, alguien a quien confiarle su corazón… Pero siempre sentía que se equivocaba, que nadie podría ver más allá y no habría quien la supiera valorar…

Cada golpe le desprendía algo de sí misma, experimentó la fuerza del pico y la dureza de la piedra, sintió lo que es vivir sumergida en la oscuridad y abrazada por la soledad de una cueva donde muchas veces se escondió, para que los golpes no le causaran más dolor… 

Con el tiempo y sin darse cuenta, fue resplandeciendo su brillo y su belleza, porque supo hacer de los golpes la oportunidad para liberarse de orgullos y vanidades, dejando salir lo que realmente había dentro de ella…

Hay quienes se dejaban impresionar, de lo que veían a simple vista, pero no ahondaban más allá, no sabían el tesoro que ante ellos tenían… 

Pero existen en el mundo muchos que aprenden a ver lo que a simple vista no se logra vislumbrar, y fue así, como cuando menos lo esperaba y creyendo que la vida era vacía y no valía la pena nada… Sintiéndose muy cansada de golpes, cizañas, mentiras y traición… Apareció aquel minero que supo descubrir el brillo y transparencia de su corazón… la tomó en sus manos, sintiendo algunas asperezas, la limpió con mucha delicadeza aunque eso le causaba dolor, eso le dolía a la piedra, sentía miedo de que la quebrantara, pero fue sintiéndose segura porque lo hacía con mucho cuidado, para no romperle el corazón… 

Y así cuando quedó lista, se renovaron en el minero las esperanzas, al descubrir el color verde profundo de aquella alma, y fue cuando supo que tenía un tesoro, al que le llamó ESMERALDA, el cual siempre cuidó y conservó… 

Muchos que tantas veces le hicieron daño y la rechazaron, se dieron cuenta que lo esencial es invisible a los ojos, solo se ve bien con el corazón… que triste es pasar de largo sin descubrir en las personas que encontramos, su verdadero valor, mucho más doloroso es darnos cuenta de lo que tuvimos, cuando ya fue demasiado tarde y lo perdimos…