Reconociendo nuestra fragilidad

Autora: Kary Rojas

 

 

¿Alguna vez has fallado? ¿Has experimentado el sabor amargo que se siente cuando eres consciente de que te has equivocado?... Es difícil a veces aceptar o reconocer nuestros errores, más aún cuando nos esforzamos por hacer todo bien; pero no todos los tiempos son de gloria, en el caminar también hay tropiezos, caídas y derrotas. 

Al equivocarnos y aceptar con madurez y responsabilidad nuestra culpa, nos estamos dando la oportunidad de reparar, mejorar, darlo todo y volver a hacerlo mucho mejor…

No podemos evitar el que en ocasiones nos venza nuestra humanidad y que quizás hasta sintamos vergüenza de lo que no estuvo bien; no se trata de justificar el hecho de que tarde que temprano alguna vez vamos a fallar; pero es sano reconocer que no somos perfectos y que en esa lucha de crecimiento interior, tendremos momentos de fragilidad, en los que quizás busquemos comodidad, optemos por el camino más fácil y corto o simplemente tropecemos y nos quebrantemos, teniendo siempre presente que pase lo que pase, no vamos a rendirnos ni a renunciar; porque estamos llamados a luchar por la perfección, no hemos nacido por error, tenemos una misión.

Es posible que por fallar, suframos las consecuencias de eso que hicimos mal, no podemos revelarnos ante tan situación, simplemente asumirla y enfrentarla con fuerza y paz interior, es algo así como sentir que somos de barro y mientras vivimos nos vamos modelando, al equivocarnos nos rompemos y ese quebrarnos causa mucho dolor, por eso muchas veces es necesario romper todo el jarrón y dejar que el Dios Alfarero empiece de nuevo, ser dóciles en sus manos, para que El haga de nosotros un vaso superior.

Antes de estar atentos a las caídas y errores de los demás; miremos nuestro propio actuar, quizás hemos fallado más que ellos por tanto no tenemos derecho ni autoridad moral de juzgarlos ni de criticar… 
No miremos la pelusa del ojo ajeno, quitemos mejor la viga que en el nuestro está; que tire la primera piedra, aquel que se sienta libre de pecado… si no hay quien nos condene y estamos arrepentidos de verdad, Dios que es todo amor, nos perdonará y nos dará siempre una nueva oportunidad.