No hay peor ciego que el que no quiere ver...
Autora: Kary Rojas

 

 

Alguna vez, un conferencista mostró una hoja totalmente blanca, con un diminuto punto dibujado en la mitad; y preguntó a todo al auditorio: ¿Qué ven?.. Todos se esforzaron por analizar el papel, algunos hasta se acercaron lo que mas pudieron a él, y así al unísono y en un coro afinado respondieron a una sola voz: ¡Un punto 
negro!... Ninguno logró ver la hoja blanca, todos se detuvieron en lo más mínimo y en lo que parecía ser el único defecto del papel... 

Así es la vida, nos quedamos con lo que a simple vista vemos, detallamos los desperfectos de los demás, sus fragilidades, aquello que nos es más fácil criticar o condenar... no vamos más allá de su apariencia, o de lo que otros nos suelen contar; le juzgamos, medimos y valoramos por el concepto erróneo que de él o ella nos 
formamos, sin darle la oportunidad de mostrar o entregar su valor natural, pisoteando así su dignidad. 

Rotulamos al pobre de ladrón, nos convertimos en obstáculo del que tiene visible una limitación, nos burlamos de la discapacidad o de la apariencia que rompe el molde que la humanidad ha estipulado de normalidad; nos creemos poseedores de la verdad, sin saber quizás que en algún lugar existe alguien que tampoco logra ver en nosotros más allá y señala lo que a simple vista cree mirar. Nos cuesta ver lo que realmente tiene valor, y así mismo hay quienes no pueden reconocer lo que hay escondido en nuestro corazón 

Qué difícil nos es percibir y experimentar el amor de Dios, descubrirlo en lo más sencillo y pequeño de su creación; contemplarlo en los distintos acontecimientos, sean de alegría o de dolor; por ello hacemos de nuestra oración un muro de lamentos o una lista interminable de petición; y muy pocas veces nos acordamos de 
dar gracias por todo lo que a diario se nos regala como bendición; hasta a El le juzgamos por lo que consideramos nos ha negado o nos ha mandado; siendo ciegos a todo lo hermoso que gratuitamente por 
amarnos tanto, nos ha dado. ¡Qué distinto sería el mundo, si aprendiéramos a ver más allá, con los ojos del corazón, así lograríamos descubrir y disfrutar lo que es realmente esencial, aquello que a simple vista no se puede contemplar; todo eso que se niega a ver la ciega humanidad!…