Intentando definir el dolor...

Autora: Kary Rojas

 

 

A pesar de que le huimos no podemos evitar que nos toque y se nos clave en lo más profundo de nuestro interior, queriendo, acabar con nuestras fuerzas, debilitarnos la fe, robarnos la paz, minimizar el amor propio, hacernos rendir ante sus pies y vernos llorar… 

Parece ser mucho más fuerte que nosotros, y se robustece aún más con nuestra fragilidad; se abraza a nuestra alma sin quererla soltar, haciéndonos sentir que estamos vivos aunque a veces por su culpa prefiramos morir y renunciar. 

Cuando aparece, se producen batallas campales entre el corazón y la razón; aquí no se sabe nunca quién es el que va a vencer, todo depende cómo manejemos las cosas y sepamos tomar la mejor decisión. 

Cuesta demasiado encontrar las palabras que logren describir su intensidad, ni sabemos el efecto o la reacción que logre en cada persona causar; es incierto, porque así como en ocasiones impulsa, en otras, bloquea e impide actuar.

A unos les roba el sueño, a otros lo hace querer dormir todo el tiempo para evitar sentirlo o tenerlo que enfrentar; un dolor 
descarriado hace al ser humano caer en la depresión, puede causar enfermedad, dejarse arrebatar los sueños, la fe, la paz y hasta más… 

A veces crece tanto que se hace muy difícil la respiración, se apodera del pecho, de todos los sentidos y presiona fuertemente el corazón… Nace del amor o desamor, tal vez del fracaso, la enfermedad o la frustración; lo paradójico de todo esto es que si se logra enfrentarlo con paz no deforma, sino que fortalece a quien lo lleva dentro y transforma su interior. 

Es musa de músicos y poetas, es también camino de purificación, es el terror de los que prefieren todo más fácil, es el aliado de aquellos que buscan despertar lástima o compasión; pretende ser el que domine nuestras emociones y acciones, de nosotros depende aprender manejarlo o estar bajo su control.

No podemos criticar, medir o juzgar el dolor de los demás, tampoco pretender cambiarlo o evitarlo, porque el dolor es algo muy personal; la mejor manera de ayudar es estar ahí, aunque muchas veces no podamos hacer nada más, solo quien lo experimenta puede superarlo y aprenderlo a manejar…

El secreto para vencerlo está en hablarle, no tenerle miedo, ni rendirnos ante los estragos que quiera causar en nuestro interior; ayuda también el convertirlo en ofrenda de amor al Amigazo, no intentar vencerlo solos, sino ir de la mano de Dios; no permitir que el dolor nos quite los sueños, la fe, ni la paz, sino por el contrario, que al sentirlo, sintamos que estamos viviendo, y que somos capaces de asumir el reto que la vida nos da, así seguir siempre adelante, sin rendirnos ante ninguna adversidad, y con muchos con ánimos de alcanzar lo que nos hemos propuestos y ser feliz de verdad.