Preparandonos para vivir la Navidad...

Autora: Kary Rojas

 

 

Ante todo gran acontecimiento, surge la necesidad de la preparación; para poner cada cosa en orden, ambientar, sintonizarnos con aquello que vamos a celebrar, vivirlo realmente y darle el sentido que merece. Así sucede con la navidad, que cada año se anticipa más, el
comercio se apresura a llenar los rincones de luces, árboles, colores rojos y verdes, muñecos de nieves, villancicos y juguetes, anunciando la llegada de esta época que de fondo, significa mucho más.

Iniciamos con el adviento, un tiempo que se nos ofrece para renovar la esperanza, desempolvar la ilusión que de niños experimentábamos, mientras escribíamos cartas al Niño Dios y anhelábamos con ansias la Noche Buena, para recibir los regalos que tanto soñábamos. Ahora cuando han pasado los años y muchas veces creemos que todo lo sabemos y entendemos, esta época a muchos se les convierte en decoración, cenas, vestidos nuevos, regalos y tradición… y al final, se dice adiós a una Navidad que se llega a vivir simplemente como otra más que así como viene se va igual.

Navidad es celebrar el amor pleno de un Dios que por nuestra salvación, se hizo hombre en un mundo donde los hombres se matan unos a otros porque quieren sentirse dios; es la esperanza de llegar a vivir un tiempo de justicia y renovación; es la alegría de compartir
los dones recibidos con aquellos que amamos y con los que deberíamos aprender a amar más, pero sobre todo, es una nueva oportunidad que se nos regala, para que naciendo con el niño Jesús, luchemos por hacer realidad nuestros sueños, reparemos lo que se había quebrantado, renovemos lo que habíamos olvidado, rescatemos lo perdido, perdonemos
a los que nos han herido y le abramos de nuevo nuestras puertas a tantos sentimientos e ilusiones que se nos han escapado, por el cansancio de la rutina, el peso de la enfermedad, el dolor de la pérdida y de las heridas, la angustia que produce el carecer de lo afectivo y lo material; el vacío que deja muchas veces la soledad…

Navidad es, recordar a aquellos que todo el año pasan en el olvido: enfermos y ancianos abandonados; soldados anónimos que alejándose de sus seres queridos, ponen en juego su vida por nuestra seguridad; niños, jóvenes y adultos perdidos en las calles, parientes y amigos alejados por las incomprensiones, el resentimiento y todos aquellos sentimientos que impiden perdonar.

Navidad es una acción de gracias por el año vivido, con cada sentimiento, quehacer y reflexión que hemos asumido a lo largo del camino, y así como llenamos de luces y decoramos la fachada de nuestro hogar, preparemos el pesebre de nuestro corazón; liberándonos de pensamientos que limitan, sentimientos que esclavizan y acciones que deforman, compartiendo en familia el Pan del Amor, alzando la copa para brindar con el Vino de la reconciliación, manteniendo abiertas de par en par las puertas de nuestra alma al Redentor que quiere renacer en nosotros y llenarnos de luz, para que seamos testigos y mensajeros de la Paz, la Misericordia y la Redención…