Un minuto con Dios

Autor: Luis Céspedes Soto 

 

 

Jesús Padre Santo, bendito seas Señor, honor y gloria te doy en este momento, en este día, y todos los días de mi vida, Gracias Señor, porque tu perfume llegó hasta mi lecho para despertarme, para sacarme del sueño profundo al que Tu me llamaste y me pusiste en camino hacia mis obligaciones y deberes.
Tanta molestia Señor de Tu parte, para cada uno de tus hijos, uno por uno de dignas sacar el momento, haces el espacio suficiente para que cada uno de nosotros pueda sentir el suave frote de tu mentón, inclinado sobre nuestra
faz y sobre nuestro corazón, mismo Señor que hoy te alaba y te bendice.
Somos como marionetas en las manos del ventrílocuo que se elevan o descansan al son de sus manos, que se mueven por la obra de sus dedos, así por igual Señor, en tus manos está nuestra existencia, en tus manos Señor está el 
poder para que todo nuestro cuerpo sea una orquesta que bien afinada toca la melodía que lleva consuelo y paz por doquier, permite Señor que nosotros seamos instrumentos dóciles y obedientes, y que cuando nos quieras afinar 
en vez de rebeldía y frustración, nos sintamos felices pues en tus manos la corrección es bendición.
Hoy Señor el día que empieza, mueve nuestras esperanzas, mueve nuestros corazones y ese gozo de sentirnos en 
Tu presencia, hace que viajemos por dentro de nuestros mismos pensamientos y que todo nuestro ser, sea una alabanza
que llegue hasta tus pies para con torrentes de amor, de alegría y gozo, limpiemos las heridas infringidas por Tu eterno
caminar.
Señor, baja de la cruz y desciende sobre nuestros espíritus a fin de que nuestro actuar, nuestro rostro, nuestros sentimientos
y todo nuestro ser, sea para ellos, espejo en donde nuestros hermanos (as), puedan llegar a buscar la calidez, la ternura
el amor, la esperanza, consuelo y perdón, que tu testimonio dejó impregnado sobre la faz de la tierra.
Amor y gozo, llena nuestros corazones en estos momentos, en los que dialogamos contigo Señor y podemos escuchar
tu respuesta, podemos sentir tu respiración junto a nosotros, y eso Señor es la vitamina que mueve mis manos y mi 
corazón para mostrar al mundo que vives Señor, y que todos los días viajas hacia tantos lugares diferentes, como a diferentes
lugares se mueven todos los hermanos y hermanas que viajan y que llegan a sus lugares a formar un sola comunión, si en
algunos viajas sin que se den cuenta, despiértalos Señor, hazte visible, hasta una canción, hazte un poema o una sonrisa
que alegre lo profundo de su corazón, para que sepan que vives, y que de ellos estas esperando, una sencilla, quizás 
pequeña, pero sentida oración.
Amén.
Paz y bien.