Un minuto con Dios

Autor: Luis Céspedes Soto 

 

 

Señor Jesús, estamos tomando conciencia en estos momentos de que Tu estas con nosotros, en nuestras dolencias en nuestros sufrimientos, en nuestras tribulaciones, en nuestras alegrías.
Tu Santo Espiritu Señor, llega como perfume al aire, que penetra por cualquier rendija, por cualquier espacio, que se abra ante tu Majestuosidad.
Tu Señor, derramas sobre nosotros, paz, esperanza, caridad y amor, Tu que sutilmente penetras las almas y penetras todo, llegas hasta lo mas profundo de nosotros mismos, para indicarnos que siempre estas y estaras con nosotros, que
no hay nada a que temer.
Problemas y dificultades nunca nos van a faltar Señor, pero sabemos con certeza que ellas harán que busquemos el cielo, que busquemos la quietud del bosque, el rumor de una riachuelo que fluye con serenidad y paz, buscamos el silencio de 
nuestra intimidad para converzar contigo, para sentirnos protegidos por tus maravillosas manos.
quizas nos cueste mucho encontrar ese pedazo de cielo en el que buscamos la respuesta a nuestras inquietudes, pero porque entonces no poner el cielo en nuestro corazón ?, simplemente debemos abandonarnos en nosotros mismos, solo dejar que pasen los minutos, las horas y que con cada una de ellas, Tu te hagas mas vivo, mas presencia en nosotros.
Solo dejernos llenar por la presencia de Tu Santo Espiritu y esto colmara nuestro ser de consuelo y gozo.
Señor, en tus manos hoy estamos colocando ese peso que hace que nuestro caminar sea pesaroso, colocamos ese sentimiento de frustración que los males del mundo quieren colocar sobre nuestras espaldas, Tu Señor, eres nuestro 
amparo y refugio, a ti nos acogemos y en ti confiamos.
Discupanos Señor por querer colocar siempre nuestras cargas sobre tus hombros, pero Tu siempre nos has dicho que acudamos a ti, todos los que esten cansados y sedientos de paz.
Y es por eso, acogidos a tus palabras que llegamos fatigados hasta tu cruz, para arrodillarnos a tus pies y cubrirnos con esa sangre que aun mana de tu costado abierto, de tus manos y pies, de tu cabeza traspasada por las espinas de la 
corona de pecados que el mundo te coloco.
En tus manos benditas nos acogemos y permitenos caminar contigo por el resto de nuestros dias.
Amen.
Paz y bien