Un minuto con Dios

Autor: Luis Céspedes Soto 

 

 

En realidad Señor que si nos podemos analizar un poco nosotros los seres humanos, sobre lo que vamos haciendo en nuestro caminar cotidiano, y si observamos que terminó un mes, que de pronto nos damos cuenta que ya estamos a mitad del mes siguiente y sin darnos cuenta ya terminó, decimos que hace que estábamos en navidad, y mira, ya pasamos semana santa ya vamos de camino de nuevo hacia otra navidad, y corre, y sigue, y camina y lucha, y............., el tiempo se va, el tiempo mejor dicho, se nos va.
Señor, nos falta quizás mirar que con la fragilidad que una hoja se desprende de un árbol y sin que ella lo quiera, cae y cae, en un vacío que aunque se revele, pronto tocara suelo, no habrá mas caída, la hoja llegará a un fin y bueno, la hoja se pudre y sirve de alimento a esa tierra que la recibió.
caramba Señor, pero si me doy cuenta, mi cuerpo va cayendo en un vacío, en el que comenzó su caída desde el mismo momento en que salí del vientre de mi madre, con ese llanto que como que auguraba, lo que significaría la estancia por acá.
Oye Señor, pero no soy igual que esa hoja, tengo un alma, si Señor, un alma que cuando mi cuerpo inerte llegue a cultivar la tierra ella brotará de mi y ascenderá hasta lo alto, a tu encuentro, cierto Señor, tu saldrá a ese encuentro conmigo, personalmente te podré conocer y bueno, como que también tendré que darte cuentas de lo que hice durante esa caída que venía empeñado en evitar, y que por lo general, no pensaba mucho en eso, porque eso iba a cuestionar mi forma y estilo de vida.
Pero ahora si, estaremos un día contigo y bueno, Señor, que tu calvario y tu cruz, sean nuestros mejores abogados en ese momento claro está que..........., como fue nuestro caminar.
Señor que bueno que aún estoy en esa interminable caída, no puedo ver cuanto me falta para llegar a ese encuentro inevitable con la tierra que me vio nacer, pero si tengo la plena certeza de que llegaré, si Jesús, de que llegaré, llegaré, por eso Señor, ahora que Tu has venido en este día y nos has iluminado a todos, si Señor a todos, como dice por ahí un refrán, que cuando llueve todos nos mojamos.
Podemos decirte Señor Jesús, gracias por este remojón que creo nos hace bien a todos (as), pero lo importante Señor es que puedo regresar, aún puedo enderezar el curso de mi caída, con la ayuda de tus manos, puedes hacer que esa hoja que es nuestra vida, tenga un recorrido diferente al que lleva, Señor, perdona tantas veces que hemos caminado solos, sin querer esperarte cuando tu nos dices que quieres venir con nosotros, perdona Señor todas las veces que por intransigencia hemos herido a alguien, perdón Señor, porque a pesar
de que te escuchamos en la Eucaristía quizás no hacemos todo lo que nos dices, porque creemos que el fin de la caída de esa hoja nunca llegará, porque creemos posiblemente que la hoja se pudre, se la comen los gusanos y ya.
Señor perdón por nuestras maneras de compactarnos y sobre todo el testimonio que vamos dando por ahí, cuando sin saberlo hay personas, como nuestros hijos que vienen atrás siguiendo nuestros pasos, perdón porque no nos hemos percatado que tan bien van a ir los pasos de nuestros hijos, si los nuestros van tras los tuyos.
Gracias Señor porque hoy llegas hasta nuestros corazones para con ese amor de siempre, sin enojo, sin deseos de regañar, llegas y nos abre los ojos, como has hecho por siempre con tantos y tantos hermanos ( as ), de tiempos pasados.
Ayúdanos Señor a mirar la vida diferente, a mirar hacia abajo porque nuestro cuerpo ahí quedará un día y nuestra alma se erguirá para darte el honor y la alabanza, para llegar hasta ti, por siempre.
Señor, guía nuestro descenso, ayúdanos a que vislumbremos en donde está la perla preciosa de que nos habla tu Palabra, y pon en nosotros la entereza de querer comprarla para conseguir con ella la verdadera felicidad.
Amén 
Paz y bien.