Nunca nos quitarán a los crucificados

Autor: Padre Lucio del Burgo OCD

 

 

La Cruz ha sido a través de muchos siglos un símbolo cristiano. Abre las procesiones. Está presente en la celebración de la Eucaristía. La señal de la Cruz se hace en todas las celebraciones cristianas. A la persona que se bautiza se le hace la señal de la Cruz, igualmente a todos aquellos que son confirmados, a los enfermos cuando se les administra la unción. Adquiere un relieve especial en el Viernes Santo. El Vía crucis es una práctica devocional muy extendida por toda la cristiandad. Hay cruces en los cementerios, los caminos….¿Qué misterio encierra este simbolismo cristiano?

1. Los romanos usaron la cruz como una forma de castigar a los rebeldes y criminales. Para ellos era una señal de vergüenza y de ignominia. Por eso la crucifixión de Jesús estuvo envuelta entre insultos y palabras que retaban a Jesús para que bajara del suplicio y manifestara su poder.

2. Pablo va a señalar que la Cruz de Cristo está en el centro de su predicación: “Nunca entre vosotros me he preciado de conocer otra cosa sino a Jesucristo, y a éste, crucificado” (1 Cor 2,2). Y es que la Cruz del Señor expresa el amor desbordante de Dios a toda la humanidad. “Estoy seguro de que ni muerte ni vida ni ángeles ni otras fuerzas sobrenaturales, ni lo presente, ni lo futuro, ni poderes de cualquier clase, ni lo de arriba, ni lo de abajo, ni cualquier otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor Nuestro” (Rom 8,38-39). “Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos porque con tu Santa Cruz redimiste al mundo”.

3. La Cruz es signo de reconciliación de los hombres. Con sus dos brazos cruzados, uno horizontal  y otro vertical significan la unión de los contrarios –el cielo y la tierra, norte y sur, este y oeste, derecha e izquierda. “Cristo ha reconciliado a los dos pueblos con Dios uniéndolos en un solo cuerpo por medio de la cruz y destruyendo la enemistad” (Efesios 2, 13-16).

4. En la reflexión cristiana la sabiduría de la Cruz ha llevado a un exceso de generosidad, dar la vida por los crucificados de la historia humana. Un ejemplo que se podría multiplicar. Teresa de Calcuta en la contemplación del Crucificado descubre su propia vocación: dedicación a los pobres más pobres de la tierra.

Hoy nos pueden quitar los crucifijos de las escuelas y de los sitios públicos. Pero el Crucificado seguirá siendo para el cristianismo inspiración de una generosidad sin límites, reconciliación con el género humano y memorial de salvación para los creyentes. Nos dejan a los crucificados de nuestra sociedad: los últimos, los que nadie quiere, los más pobres, los enfermos terminales, los solos, los que no tienen donde caerse muertos…todos ellos nos están recordando el rostro doliente del Maestro.

Lucio del Burgo