Pensamientos de San Juan de Ávila

Autor: Padre Lucio del Burgo OCD

 

 

Acabo de leer algunas cartas de San Juan de Ávila. Hay varias cosas que me han llamado la atención. El primer lugar: los destinatarios. Personas destacadas de su tiempo acuden a él para recibir una orientación y ánimo en la vida espiritual, como Ignacio de Loyola, Santa Teresa y San Juan de Dios. En segundo lugar, las cartas son un verdadero tratado de vida espiritual para sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos. Para todos tiene una palabra iluminada y orientadora. El Santo va a insistir en los valores esenciales de la vida cristiana: seguimiento de Cristo, ascesis, oración y sacramentos. En el epistolario se refleja su propia vida, un hombre entregado a Dios y a su ministerio. Es más, en sus líneas aparecen las grandes inquietudes de la Iglesia de su tiempo. Por eso leer las cartas de Juan de Ávila nos permite bucear en su propia alma y en el ambiente eclesial que lo rodea. 

Como  estamos en el Año Sacerdotal, he sacado algunos pensamientos sobre esta realidad. No todo el mundo puede leer sus obras, una editorial española y de mucho prestigio, nos las ofrece. Pero si podemos saborear esta pequeña selección de pensamientos sobre el Sacerdocio. 

---Más querría ver a los estudiantes con callos en las rodillas de orar, que los ojos malos de estudiar”. 

--- Relicarios somos de Dios, casa de Dios, y, a modo de decir, criadores de Dios; a los cuales nombres conviene gran santidad. 

--- “Luz del mundo y sal de la tierra” nos llama Cristo: lo primero, porque el sacerdote es un espejo y una luz en la cual se han de mirar los del pueblo, y, viéndola, conozcan las tinieblas en que ellos andan y remuerda en su corazón diciendo: “¿Por que no soy yo bueno como aquel sacerdote?”. Y llámanse sal, porque han de estar convertidos en un sabrosísimo gusto de Dios: tanto, que el que los tocare con la habla y conversación, por derramado que esté y desgustado de las cosas de Dios, cobre el gusto de ellas y pierda el gusto de las cosas malas. 

--- No sé con qué conciencia puede tomar este oficio quien no tiene don de oración, pues que de la doctrina de los santos y de la Escritura divina parece que el sacerdote tiene por oficio orar por el pueblo. 

--- Este orar, para ser bien hecho, pide ejercicio, costumbre y santidad de vida, apartamiento de cuidados, y, sobre todo, es obra del Espíritu Santo y don suyo particular. 

--- Si hubiese en la Iglesia corazones de madre en los sacerdotes, que amargamente llorasen de ver muertos a sus espirituales hijos, el Señor, que es misericordioso, les diría lo que a la viuda de Naín: “No quieras llorar”. Y les daría resucitadas las ánimas de los pecadores.  

--- Y se ha de enseñar … las condiciones de nuestro Señor y sus entrañas, y que tiene más gana de dar vida, que nosotros le pedimos. 

--- La oración, donde hay mucha bachillería, nunca sale bien. 

--- Cualquier oficio, por bajo que sea, en la casa de Dios nos viene muy ancho. 

--- Vida espiritual es entendimiento ilustrado y voluntad inflamada para con Dios. 

--- Esté sobre aviso, que, si es pregonero de Cristo, ha de ser probado. 

--- Dé, padre, voces, délas muy grandes, que no hay bien sin Dios, no hay hermosura sin Dios.