Por los caminos de la Paz

Autor: Judith Araújo de Paniza

 

 

“En tu tierra no se volverá a oír el ruido de la violencia, ni volverá a haber destrucción y ruina en tu territorio, porque yo, el Señor, tu Dios, seré tu luz eterna y tu esplendor” (Isaías 60,18) 

Cuando adquirimos cualquier aparato electrónico, debemos atender al manual de funciones, para sacarle el mejor provecho y para no hacer aquello que lo deteriore. Hay algunas recomendaciones que sabemos de memoria, como por ejemplo que no se puede mojar, porque inmediatamente se daña o se le produce un corto; hay muchas otras, que debemos estudiar a conciencia para poder aprovecharlo al máximo.  

Los seres humanos también fuimos creados con un manual de funciones que debemos atender para alcanzar la plenitud y para no hacernos daño a nosotros mismos ni a los demás. 

En un principio, el ser humano tenía plena conciencia de sí mismo y estaba en  comunión con su Creador, pero al separarse de Él, por desobediencia, quiso cambiar el manual de funciones y se empezó a deteriorar.  Dios, nos ha revelando explícitamente el manual,  resumido en los 10 mandamientos y expresado en detalle en la sabiduría de los profetas y de los libros sagrados. 

Nuestra naturaleza se distanció tanto del proyecto de Dios, que quedó herida y poco a poco fuimos perdiendo la capacidad de realizar aquello que nos convenía, por nuestros propios medios. Nuestro Creador, quien nos ama, envió a su propio Hijo para que encarnara en sí mismo y en su propio testimonio, la forma de rescatarnos. 

Jesús en el evangelio nos dice: “Esfuércense en entrar por la puerta estrecha”. El esfuerzo necesario es conocerlo, dejarnos amar, amarlo y seguirlo. El es la puerta, el camino, la verdad y la vida, siguiéndole a El conseguiremos la plenitud en esta vida y en la eternidad.

En el tema de la paz, tenemos que aprender de Él para poder conquistarla. El se definió a sí mismo como manso y humilde de corazón y allí está la primera clave.  Que nos dejemos de falsos orgullos y pretensiones, que solos no podemos, necesitamos poner nuestra confianza en Dios, quien todo lo puede. En las escrituras está repetida 77 veces esta promesa: “Para quienes ponen su confianza en Dios vendrán bendiciones, felicidad, paz y progreso”. 

Las recomendaciones de San Pablo referentes a la paz: “Ámense sinceramente unos a otros, como hermanos. Aborrezcan lo malo y sigan lo bueno. Esfuércense, no sean perezosos y sirvan al Señor con corazón ferviente. Vivan alegres por la esperanza que tienen; soporten con valor los sufrimientos; no dejen nunca de orar. Hagan suyas las necesidades de los demás. Bendigan a quienes los persigan, oren por ellos. Vivan en armonía unos con otros. No sean orgullosos y pónganse al nivel de los humildes. No paguen a nadie mal por mal. Hasta donde dependa de ustedes, hagan cuanto puedan para vivir en paz con todos. No tomen venganza ustedes mismos. Sólo a Dios le corresponde hacer justicia. Venzan el mal con el bien” (Rom 12, 9-21)   

Seguimos en marcha hacia la semana de oración y sacrificio por la paz de Colombia y la liberación de los secuestrados, del 23 al 30 de septiembre. La Conferencia Episcopal estará liderándola para movilizar a la iglesia en toda la nación y se han vinculado también algunos grupos cristianos. 

¡Que nadie se quede por fuera! Unamos nuestras acciones de paz y oraciones y convidemos a muchos a que lo hagan también. 

Le pedimos a María su intercesión para obtener la paz de nuestra patria  a través del Santo Rosario. ¡Corazón de Jesús, en ti confiamos!