Huésped Ilustre

Autor: Judith Araújo de Paniza

 

 

Cuando  alguien nos visita en nuestra casa, algo se renueva en nuestra cotidianidad, nos gusta que comparta con nosotros, que se sienta acogido y a gusto.

 

En las lecturas de hoy, Jesús se dirige a cada uno de nosotros y nos dice como a Zaqueo: “Conviene que hoy me aloje en tu casa”. (Lc 19,1-10)  ¿Cómo nos encuentra?, ¿dispuestos a acogerlo?,  ¿qué cambiaría en nuestras vidas?

 

Analizando lo que sucedió con Zaqueo, quien era un recaudador de impuestos y era considerado un pecador, Jesús demuestra que nos ama incondicionalmente,  nos acepta y desea que le abramos un espacio en nuestra vida. Después de conocerlo y  tratarlo, decidiremos libremente si hay algo que deseemos cambiar con su ayuda. El  quiere intervenir en nuestras vidas para darnos más libertad,  felicidad y eternidad. Lo hace no sólo a través de ideas o de proporcionarnos los medios, sino visitando directamente nuestra propia intimidad personal, familiar y social. Alojándose en nuestra alma, en nuestra casa, en nuestra sociedad.

 

A Zaqueo le bastó algo de curiosidad para ver a Jesús y recibió la respuesta generosa de la decisión del Señor de hospedarse en su casa. Tengamos aunque sea la curiosidad de conocer más a Jesús y nos llevaremos sorpresas muy agradables para nuestra felicidad y plenitud.

 

Zaqueo, tuvo una transformación inmediata, decidió compartir con los más pobres sus bienes y devolver a todo el que hubiera recibido algo negativo, bienes multiplicados para reparar sus faltas. Recibió el perdón para liberar su alma de sentimientos dañinos de culpabilidad, pudiendo repetir las palabras del libro de Sabiduría: “Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida. Todos llevan tu espíritu inmortal. Por eso, corriges poco a poco a los que caen, les haces que reconozcan sus faltas, para que apartándose del mal, se conviertan y crean en ti, Señor”  (Sab 11,26; 12, 2)

 

Si abrimos nuestro corazón para recibir la  visita de Jesús, a nuestra vida, a  nuestra familia y a nuestra sociedad, nos haríamos conscientes de su gran amor, compasión y misericordia y su interés en cada uno de manera personal y colectiva.

 

Si recibimos a Cristo en nuestras vidas sentiremos la alegría y la renovación.  El es el único que puede transformarnos y sacar de nosotros lo mejor, fortaleciendo nuestras virtudes y acrecentando especialmente nuestra capacidad de perdonar y de amar. “Él nos da su fuerza para mantenernos fieles a nuestra vocación de cristianos y podamos cumplir los buenos deseos y la tarea de la fe y así  sea glorificado en nosotros y nosotros según su gracia”. (2Ts1, 11-12)

 

María es el mejor ejemplo de acogida a Dios,  ella aceptó llevar a Jesús en sus entrañas, guardaba todas sus palabras en su corazón, lo acompañó en todos sus momentos, incluso en la cruz, y sigue abriendo los corazones dispuestos a darle morada a su amado Hijo. Acojamos en nuestras almas, en nuestro hogar y en nuestra sociedad a tan ilustre huésped. El nos diría como  a Zaqueo: Hoy ha llegado la salvación a esta casa”

 

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Felicito a Judith Pinedo y  a Joaco Berrío y a quienes los acompañaron en la jornada electoral. El trabajo serio, el empeño, la perseverancia y el entusiasmo, produjeron sus frutos positivos. Invito a todos a unirse para apoyar la gestión de gobierno de la alcaldesa y el gobernador electos para lograr avanzar en la construcción de la Cartagena y el Bolívar que soñamos.