Prepararnos con alegría

Autor: Judith Araújo de Paniza

 

 

Empieza la época más feliz del año, la celebración del Adviento para prepararnos a la llegada de quien, con la dulzura y belleza de un recién nacido, nos trae cada navidad un pedazo de cielo y transforma siempre nuestras vidas: nos ilumina, nos revela la verdad que nos salva, nos enseña a amar y nos conduce hacia la vida eterna.

Cada vez que veamos una luz navideña podremos pensar en el sentido profundo de la luz de Cristo iluminando nuestras realidades. Cada pesebre nos transporta a Belén para unirnos a los pastorcitos y adorar a nuestro Dios. Cada arbolito nos recuerda la vida nueva que nos trajo Jesús. Árbol que luego se convierte en el madero de la cruz desde donde, con su infinito amor, nos rescata a todos.

El Salmo 79 dice: “Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve”*. Nos invita esta oración a abrirle el corazón a Dios para que Él lo restaure, lo transforme, lo ablande. Que brille su bondad sobre nosotros y cambie nuestro corazón de piedra por uno de carne, para que nos solidaricemos frente al dolor y la necesidad y ofrezcamos amor, ternura, atención a aquellos que viven en medio del desamor, la soledad y la indiferencia.

Dice Isaías: “Señor, tu eres nuestro padre, nosotros arcilla y tu el alfarero: somos todos la obra de tus manos”.*Valoremos a cada ser humano que goza de una alta dignidad ya que su alma sale de las manos de Dios y sigue moldeándola, durante la vida, si acoge a su Santo Espíritu.

Que sea esta época de transformación interior, revisando nuestro cumplimiento de los Mandamientos de la Ley de Dios, las Bienaventuranzas y las virtudes, para que Jesús pueda regalarnos la paz, la felicidad y el amor, que sólo Él posee.

No permitamos que las celebraciones de esta época estén acompañadas de vicios o excesos que adormecen nuestras conciencias y nos apartan más de las gracias y dones de Dios.

Celebremos con alegría en el alma, la felicidad de la familia, de la amistad, de la fraternidad con plena conciencia de la grandeza del amor de Dios, que se hizo uno en medio de nosotros para compartir nuestra vida y con la máxima empatía, indicarnos el camino hacia la felicidad. Compartiendo nuestras alegrías y nuestras penas, nos enseña a vivir plenamente en el amor.

Nos dice el evangelio: “Mirad y vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. No sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa… ¡Velad, manténganse despiertos!”*No sabemos en qué momento se va a dar el regreso triunfal de nuestro Dios, lo podemos esperar sin temor, sino, más bien, con el gozo de quien espera a quien ama, si desde ya experimentamos la comunión con Él y creemos en sus promesas.

Aprovechemos este Adviento, para prepararnos con alegría, con la oración, con un buen examen de conciencia, con propósitos claros de crecimiento en el amor de Dios y con las manos a la obra para poner nuestra fe en acciones concretas con las que podamos transformarnos a nosotros mismos y contribuir a mejorar la realidad del mundo.

Los invito a orar por todos los secuestrados para que puedan pasar las navidades con sus familias, que haya una conversión a Dios de todos los colombianos y construyamos verdaderos puentes de paz, justicia y amor.

*Sal 79; Is 64, 8; Mc 13, 33-37.