El poder de la fe

Autor: Judith Araújo de Paniza

 

 

La fe es creer lo que no vemos o no entendemos. Cada vez que Jesús realizó un milagro, se refería a la fe de quien lo recibía: “Tu fe te ha salvado”, “se haga según has creído”.

En el evangelio de hoy, Jesús le devuelve la vida a la hija de Jairo. Cuando todos pensaban que ya era tarde, que era imposible la curación, Jairo persistía porque confiaba en el poder divino de Jesús y sabía que, si era su voluntad, su hija se curaría. Con el poder de su Palabra Jesús lo logró: “Niña, yo te lo ordeno, levántate”*.

Jesucristo quiere que tengamos fe en Dios, y que tomemos conciencia de que su poder está a nuestro servicio, ordenado siempre al bien de nuestras almas. Ponerse en las manos de Dios, es un acto de fe supremo que nos proporciona un mundo maravilloso de posibilidades abiertas a la fe; y la capacidad de lograr transformar cualquier situación u obstáculo. “Los apóstoles le pidieron al Señor: Danos más fe”. El contestó: “Si tuvieran fe, aunque solo fuera del tamaño de una semilla de mostaza, todo les sería posible”*.

La intervención de Dios en la historia de la humanidad solo puede comprenderse a través de la fe porque trasciende los límites de lo que podemos comprobar con nuestras percepciones y con nuestra comprensión intelectual de los hechos.

María, la mujer de fe por excelencia, cuando se le planteó que iba a ser la madre del Salvador, preguntó: “¿Cómo será posible si no conozco varón?” Cuando el ángel del Señor le contestó que sería por el poder del Espíritu Santo que bajaría sobre ella, aceptó su Palabra con fe, disponibilidad y entrega total.

Abraham, quien no había podido concebir hijos, aún en la ancianidad, creía que, de acuerdo a la promesa de Dios, sería padre de una gran descendencia, como las estrellas del cielo. Hoy podemos ver como es el Padre de los creyentes de las principales religiones en el mundo entero.
La fe es un don de Dios, es un regalo gratuito pero que requiere de nuestra participación. Requiere de humildad y sencillez para pedirla en oración y de una búsqueda sincera de querer agradar a Dios y buscar el bien por encima de todo. “Gracias Padre, porque has revelado todo a los sencillos y lo has escondido a los sabios y entendidos”, dijo Jesús.

La fe tiene unas implicaciones prácticas muy grandes. Permite que con pequeños esfuerzos humanos se consigan grandes resultados por la ayuda de la fuerza divina. La fe como virtud teologal se refiere especialmente a la fe en Dios, como creador y fuente de todo, pero contiene también la fe en los demás y en nosotros mismos, quienes podemos tener ese poder divino en medio de nosotros a través de su Espíritu.

El poder de Dios es supremo y puede dominar todo lo creado y la fe tiene como objetivo primordial que nos reconozcamos creaturas que necesitamos comunión con el Creador y con sus leyes, para que su poder divino pueda obrar en nosotros, especialmente para conducirnos a lo que sea bueno, noble, puro y verdadero y transformar las realidades con visión sobrenatural.. Ponerse en su presencia, dedicarle la vida, nuestros pensamientos, sentimientos, emociones, intenciones y obras, para ponernos al servicio de su Reino, aunque nos represente sacrificios y dificultades. 

*Mc 5, 21-24; Lc17, 5-6