Domingo VI de Pascua de la Divina Misericordia, Ciclo C

"El Espíritu Santo les irá recordando todo lo que les he dicho."

Autor: Padre Mario Santana Bueno

 

 

Evangelio Jn 14, 23-29:

Dijo Jesús a sus discípulos: El que me ama, hace caso a mi palabra; y mi Padre le amará, y mi Padre y yo vendremos a vivir con él. El que no me ama, no hace caso a mis palabras. Las palabras que estáis escuchando no son mías, sino del Padre, que me ha enviado.

Os he dicho todo esto mientras permanezco con vosotros; pero el Espíritu Santo, el Defensor que el Padre enviará en mi nombre, os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que os he dicho.

Al irme os dejo la paz. Mi paz os doy, pero no como la dan los que son del mundo. No os angustiéis ni tengáis miedo. Ya me oísteis decir que me voy, y que vendré para estar otra vez con vosotros. Si de veras me amaseis, os habriáis alegrado al saber que voy al Padre, porque él es más que yo. Os digo esto de antemano, para que, cuando suceda, creáis.


Homilía

Uno de los gestos más significativos que hacemos en la Eucaristía antes de recibir la comunión es el darnos la paz. La paz como gesto y como deseo. La paz que tenemos la entregamos al otro y por ello nos acercamos y nos saludamos con cariño.

En el texto de hoy Jesús nos deja como regalo la paz, pero no una armonía en un mundo donde la guerra y los conflictos no estén presentes. Por desgracia las violencias humanas están aún presentes en nuestra debilitada humanidad. Lo que Jesús nos deja es la paz consigo mismo que no provoca ni guerras interiores ni exteriores.

Muchas personas están en guerra interna contra sí mismos y por ello su forma de relacionarse con los demás y con la realidad externa, siempre es al ataque, a la defensiva. El Señor nos deja nuestra vida pacificada en su amor, nos da amor con paz y paz con amor.

Los organismos internacionales hacen serios esfuerzos por conseguir la paz en el mundo y en las estructuras sociales, pero siempre tenemos la impresión que no se consiguen las metas propuestas. Algo falla por algún lado. Lo que no termina de conseguirse es la paz de los corazones. Una persona que vive en paz interior nunca perderá el profundo sentimiento de misericordia hacia los demás y no provocará dolor ni a los de cerca ni a los de lejos.

Amar a Jesús es hacer caso a sus Palabras e intentar llevarlas a la vida diaria. Oímos con mucha frecuencia la Palabra pero el reto está en hacerla vida en nuestra vida. No es fácil vivirla porque tiene que partir del corazón humano en dirección hacia Dios y hacia los demás. Muchas veces nuestro corazón está lleno de tristezas, amarguras, miedos, traumas... de todo menos de amor con paz y de paz con amor...

Jesús indica a sus seguidores que cuando se marche quedarán bajo la tutela del Espíritu Santo. Por medio del Espíritu les hablará el Maestro, del mismo modo que, por medio de Jesús, les ha hablado hasta ahora el Padre.

¿Por qué llamamos "Santo" al Espíritu?

No es por ser sin pecado, ni defecto ni límite, o por hallarse en posesión de todos los atributos morales, sino porque procede del Padre y del Hijo y es un regalo de Dios. Es "Santo" porque nos santifica.

El Espíritu Santo será enviado para enseñarnos todas las cosas y recordarnos todo lo que nos ha dicho Jesús. Nos enseñará interiormente las cosas que pertenecen al Salvador. Nos abre el camino interior para el encuentro con Dios. No les enseñará nuevas lecciones —ya está todo dicho en Jesús— , ni añadirá nada al Evangelio, sino que les traerá a la memoria las enseñanzas vivas que Cristo había impartido y les iluminará los ojos del entendimiento y del corazón.

Me gusta mucho una de las misiones del Espíritu. Dice el Maestro que "nos recordará todo lo que les he dicho". La palabra "re-cordar", como decía Ortega y Gasset, significa "volver a pasar las cosas por el corazón." Las enseñanzas de Jesús las tenemos que volver a recordar una y otra vez desde esta perspectiva que va desde el oído hasta el corazón.

El Señor anunciaba su marcha y entregaba su paz como herencia. ¡¡Cuántos cristianos de hoy hay miedosos y con falta de paz interior!! Hay hermanos y hermanas a los que la vida les abruma y entristece, les quita la paz interior y viven angustiados. Buena señal será recordar estas palabras: "Te dejo mi paz". En medio de las tormentas de la vida recordar esta frase una y otra vez nos llevará a preguntarnos sobre nuestra confianza en Dios.

La palabra hebrea "Shalom" (paz) es etimológicamente un concepto que va más allá de la mera ausencia de guerra. "Shalom" significa "estar entero, completo, seguro". En definitiva lo que Jesús nos ha dejado no es sólo la paz interior sino que desea que tengamos todos los elementos espirituales y materiales —de ahí la necesidad de cumplir su Palabra— para conseguir y mantenernos en esa paz. Cada cristiano tendrá la misión de mantener la paz durante toda su vida y transmitir esa paz que viene de Dios a los demás.

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¿La paz de Dios habita en ti? ¿Cómo la vives?
¿Qué es tener paz interior?
¿Cómo podemos conseguir o perder la paz interior? ¿Qué debemos hacer?
¿Cómo son tus relaciones con los demás? ¿Está presente la paz de Cristo? ¿Cómo lograr que en nuestras relaciones externas se perciba la paz que Jesús nos regala?
¿Están presente en tu vida los frutos del Espíritu Santo?