Domingo de Pentecostés, Ciclo C

"Como el Padre me ha enviado, así también les envío yo. Reciban el Espíritu Santo."

Autor: Padre Mario Santana Bueno

 

 

Evangelio Jn 20, 19-23:

Al llegar la noche de aquel domingo, los discípulos estaban reunidos, y tenían las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo: ¡Paz a vosotros!

Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor. Luego Jesús dijo de nuevo: ¡Paz a vosotros! Así como el Padre me envió, también yo os envío a vosotros.

Dicho esto, sopló sobre ellos y añadió: Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonéis, les quedarán sin perdonar.


Homilía

En la misa con los niños un día me dio por preguntarles sobre quién es el Espíritu Santo. Automáticamente uno de ellos me contestó que era Dios. La verdad es que no me he atrevido a realizar la misma pregunta a un grupo de adultos...

El Espíritu Santo dicen algunos que es "gran olvidado" aunque nuestra vida de fe esté llena de términos y expresiones "espirituales". Pero el Espíritu de Dios no se esconde, es más, actúa en muchos lugares tanto dentro como fuera de la Iglesia.

Al comienzo de la Biblia (Gén 1,1-2) ya aparece su presencia y en el último libro, en el Apocalipsis, (Ap 22,17) lo volvemos a encontrar. Dios en el comienzo y en el final de la Palabra. En el resto de los libros bíblicos vamos descubriendo su presencia de mil maneras distintas. Sus auxilios nunca abandonaron al ser humano en su caminar hacia Dios.

Ya sabemos quién es el Espíritu Santo; vamos a preguntarnos ahora cómo actúa, qué hace en el momento presente.

El ser humano por sí mismo no puede lograr muchas cosas espirituales. Necesita que sea Dios mismo quien le muestra el camino por donde hay que llegar a la tierra del Espíritu; pero el aprendizaje que Dios nos hace no se realiza de una manera abstracta, anónima o del todo invisible. El Señor sabe establecer los márgenes donde tenemos que movernos para irle descubriendo. Cada persona es distinta y es por ello que la presencia espiritual en cada uno tiene, además de lo básico y fundamental de toda vida cristiana, una serie de ayudas y regalos por parte del Espíritu. De ahí que no todas las personas tengamos ni los mismos carismas ni las mismas cualidades para desempeñar nuestra misión de cristianos. Padre Dios (como decimos los canarios) me ha creado individual y personal; soy "alguien" para mi Padre del cielo. Jesús dio su vida por mí para salvarme y me ha con-resucitado en Él. El Espíritu Santo toma esta realidad de ser "alguien con-resucitado en Dios" y viene en nuestro auxilio dándonos las ayudas y claves espirituales para que podamos tener una vida digna de tal título. No nos deja solos pero nos deja en libertad.

¿Qué hace el Espíritu Santo en mi vida?

Esta es una pregunta muy importante que hay que responder una y otra vez a todas las personas, pero de una manera especial a los que se incorporan a la fe o a los que flaquean en ella.

Dios no se desentiende de su creación. La Humanidad, a pesar de todo lo que vemos cada día, no está abandonada por Dios que actúa mediante su Espíritu. Veamos algunas de las acciones que fortalecen la vida del cristiano y de todo ser humano que permanece abierto a su acción:

El Espíritu Santo me hace encontrar cada día con Dios amor y con el amor de Dios.
Ordena mi vida desde el amor. Mis anhelos, mis deseos, mis fracasos y mis éxitos, mis relaciones con los demás y con Dios cuando Él actúa adquieren un nuevo sentido en mi existencia.
Fortalece mi debilidad humana y espiritual en la oración, la meditación, el estudio, el trabajo y toda la vida diaria.
Da vida a mi vida. Hay aún muchos restos de muerte en mi vida que necesitan ser transformados y recuperar el talante divino.
Me enseña a buscar bien a Dios y me conduce a un encuentro profundo conmigo mismo y con los demás.
Me enseña a preparar mi corazón, purificando la voluntad de afectos extraños, el entendimiento o la razón de preocupaciones, la memoria de ocupaciones inútiles o embarazosas y alguna vez también de las necesarias.
Me hace comprender que el amor de Dios no es algo del pasado y me da pistas más que suficientes para actualizar el amor de siempre tal como la Trinidad quiere.
Los cristianos debemos estar una y otra vez revisando nuestra vida a la luz del Espíritu Santo. No debemos de caer en un afán de autosuficiencia prescindiendo de las acciones de Dios en nuestra vida; Dios es el único que puede saciarnos de vida, gozo y plenitud.

Cada creyente está escribiendo dos historias paralelas, una es la visible, la material, la otra es la invisible que mueve a la anterior, ambas están llamadas a dejarse transformar y madurar en la presencia de Dios.¿Seremos nosotros capaces de que el Espíritu Santo siga actuando en nosotros? ¿Seremos nosotros lo suficientemente fuertes para lograr un cambio real en nuestra vida?

* * *

¿Cómo está el Espíritu Santo presente en tu vida?
¿Cómo explicarías la acción del Espíritu Santo en el mundo y el las personas?
¿El Espíritu Santo actúa solamente en los creyentes? ¿Por qué? ¿Para qué?
¿Qué actitudes hay que tener para que el Espíritu Santo haga su morada en una persona?
¿Qué quiere el Espíritu Santo de ti en este momento de tu vida?