Los ateos a la ofensiva

Autor: Rev. Martín N. Añorga

 

     
En el año 1963 Madalyn Murray O’Hair fundó la organización American Atheist Inc, la que tomó rápido auge con el lamentable logro de que se prohibiera la práctica de la oración en las escuelas públicas de la nación. Más de 40 años después esta asociación de ateos continúa su ofensiva en contra de todo lo que les parezca religioso.

Los que quieran tener una idea de las batallas ganadas por los ateos en contra de la fe cristiana a lo largo de las últimas cuatro décadas pueden acudir a la página cibernética que auspicia la “Asociación Americana de Ateos” ya mencionada, y en la que aparece muy detallada información. Un buen complemente lo ofrece la tristemente célebre ACLU, la llamada Asociación de las Libertades Civiles Americanas, la que reiteradamente se ha puesto a favor del secularismo ateo que hoy día tanto perturba a nuestra sociedad.

En la lista de las demandas ateístas ante las cortes de justicia hay casos que nos llaman la atención y nos avivan la rebeldía de la que tan poco uso hemos hecho los cristianos. Hay instancias, incluso, que se han ganado al influjo de la propaganda Por ejemplo, muy recientemente en el estado de Utah los ateos organizados gastaron millones de dólares para llevar exitosamente a las urnas electorales la propuesta de que se declararan ilegales los vales escolares que de una forma u otra han beneficiado a instituciones educativas religiosas.

En la ciudad de Berkley, Michigsn, por años se ha mantenido la tradición de celebrar la Parada Anual de las Luces de Navidad, la que se conduce con bandas musicales y el desfile de niños luciendo trajes alusivos a la festividad. Termina el recorrido en los amplios portales del Ayuntamiento, donde se procede a encender las luces de un monumental árbol preparado por una asociación local de mujeres jóvenes que finalmente obsequian chocolate caliente y golosinas a todos los presentes.

Este año, sin embargo, este evento tuvo que ser llevado a elección dada la presión de los ateos organizados. Los cristianos se prepararon para ganar la batalla. Como parte de la misma se creó un comité llamado VOTE SI, en el que se pedía a la población que votara para “preservar la historia y la santidad de las Navidades”. El llamado era claro: “vote para que se mantengan las escenas navideñas donde por décadas se han instalado”.

A pesar de todo, sin embargo, instigados por las presiones argumentativas de la ACLU y las alusiones a la Constitución reiteradas por los ateos, los votantes decidieron en una votación de 55%, en contra y 45% a favor, que se suprimiera la tradición navideña de Berkley. “Bien, el pueblo ha hablado”, dijo Bob McCoy, vocero de VOTE SI, añadiendo “estoy totalmente decepcionado”. El tema de la separación entre la iglesia y el estado, llevado a términos engañosos por la ACLU, una vez más confundió a los ciudadanos amantes de la ley.

No muy lejos de donde vivimos ha sucedido algo semejante. En Starke, ciudad del condado Bradford de la Florida, un ateo llamado Lamer “Lon” Bewill, respaldado por la ACLU y la asociación nacional de ateos logró que se quitara permanentemente de la torre que en la ciudad se eleva al lado de los tanques de reserva del agua, el signo de la cruz que se veía a lo largo de la ruta 301 y que era tenido por el pueblo como un símbolo local.

Ahora bien adonde han llegado los ateos en el estado de Utah en relación con las cruces que en las carreteras han sido colocadas para honrar la Memoria de los oficiales del sistema de patrullas muertos en el cumplimiento de su deber, es algo bochornoso. En una carretera situada entre las ciudades de Tropic y Cedar hay un emotivo monumento en el que resalta una cruz airosamente erguida, instalado en el mismo sitio en el que en este mes hace 29 años fuera muerto el oficial Lynn Person atropellado por un vehículo robado. Su hijo Clint, de 36 años de edad, y Diputado del Condado, observa con devoción, cada vez que pasa con sus hijos por el lugar, ese memorial dedicado a su padre. “Es un motivo de orgullo”, afirma, y confiesa, “en mi familia nos ayuda a mantenernos firmes”.

En el estado de Utah hay 14 de esas cruces, cada una de ellas de 12 pies de alto, las que exaltan la Memoria de oficiales de la Highway Patrol Association fallecidos en el cumplimiento de su deber. Las cruces han sido erectas y son cuidadas por medio de fondos particularmente recaudados por los patrulleros en solidaridad para con sus compañeros desaparecidos. Sin embargo, desde diciembre del 2005 se debate en las cortes la legalidad de esos monumentos ante una demanda promovida por los “Americanos Ateos”, basados en la tesis de que las cruces son un símbolo del cristianismo y deben ser removidas de lugares públicos.

Los argumentos a favor de la permanencia de estos memoriales son sólidos y cuentan con el respaldo de abogados y personalidades locales. El juez federal de la Corte de Distrito en Salt Lake City, David Sam, ha prestado atención a ambos lados en esta controversia y ha asegurado que pronto ofrecerá su veredicto.

Los cristianos tenemos que ver con preocupación el avance de la agenda ateísta en nuestra sociedad. Hay señales de que grupos aupados por la ACLU están planeando presentar demandas a la Comisión Federal de Comunicaciones para que se retiren del aire las programaciones religiosas. Al mismo tiempo se han estado dando pasos para extirpar de nuestras monedas el lema “En Dios confiamos”, y se están promoviendo procesos legales para suprimir servicios de capellanía en las Fuerzas Armadas y en entidades oficiales de la nación pagados por fondos públicos. Incidentalmente, ya se están preparando los líderes de American Atheists para la trigésima cuarta conferencia anual de la Asociación, la que tendrá lugar en Minneapolis, durante los días 21 al 23 de marzo del 2008. Suponemos lo que pueda esperarse de esta asamblea.

La historia de los Estados Unidos está ligada al sentimiento religioso. Tratar de extirpar ese sentimiento de nuestras tradiciones es profanar la Memoria de los Padres de la Patria y en manera alguna eso puede permitirse.

La pregunta que cabe, naturalmente, es ésta: ¿qué hacer?”. En el país hay coaliciones, organizaciones y grupos militantes que están listos para defender los valores básicos de nuestra cultura. Una avenida, propicia y cercana, es elegir para posiciones públicas de importancia a candidatos que coincidan con nuestros ideales y estén dispuestos a respaldarlos. Pero hay que confesar que lo que nos derrota es la indiferencia.

Hace años leí, no recuerdo dónde, este pensamiento: “el comunismo es la osadía de pocos y la indiferencia de muchos”.

Hoy podemos parafrasear el lema: “los ateos, que son menos, ganan por su atrevimiento. Los cristianos, que somos más, perdemos por nuestra indolencia”.

¿Hasta cuándo? Esperamos que no por mucho más tiempo.