El respeto al matrimonio

Autor: Rev. Martín N. Añorga

 

     
En los tiempos que corren hay temas en el ruedo político que colocan a los aspirantes a puestos electivos en situaciones que para ellos son en extremo conflictivas. Dos casos, el de la definición del matrimonio y el aborto. En el pasado estos temas eran propios de la iglesia y en los mismos el estado tenía muy poco que decir.

En el estado de la Florida, en las elecciones del 4 de noviembre, los votantes tendrán la oportunidad de votar sobre una enmienda constitucional que de ser aprobada declararía que el único matrimonio válido en el estado es el que se lleve a cabo entre un hombre y una mujer. La Coalición Familiar Cristiana promueve esta posición y está llevando a cabo una intensa campaña a favor de la misma. Su director, Anthony Verdugo, ha anunciado que el gobernador Charlie Crist ha dado su respaldo público a la llamada “protección del matrimonio”, retando de esa forma a los grupos homosexuales organizados que reclaman como un derecho igualitario el que puedan casarse legalmente entre ellos.

El matrimonio entre personas del mismo sexo ha ido ganando adeptos en los últimos años. Dinamarca, en 1989 fue el primer país del mundo en legalizar ese tipo de unión. Posteriormente algo semejante ha sucedido en Noruega (1993); Bélgica (2003), España (2005). Africa del Sur (2006), y Canadá (2006). Otros países han aprobado leyes a favor de las uniones homosexuales, pero han evitado el uso del vocablo matrimonio. Existe la polémica inclinación entre abogados y funcionarios judiciales de limitar el concepto de matrimonio a una dimensión estrictamente religiosa, dejando la expresión “unión civil” para identificar las que se llevan a cabo secularmente. Con este subterfugio pretenden exaltar la separación entre la iglesia y el estado. Alan Dershowitz, profesor de Leyes en la Universidad de Harvard, que defiende esta tesis, pierde de vista el hecho de que una etiqueta no determina necesariamente el contenido del envase. Cambiarle el nombre al “matrimonio gay” no lo hace diferente a lo que es.

En Estados Unidos, la tesis del “matrimonio gay” empezó a cobrar vigencia relativa en los inicios de la década de los años 70s, y 20 años después ha ganado un considerable espacio público, de tal manera que hoy día los estados de California y Massachussets lo reconocen “constitucionalmente” dentro de sus límites geográficos. Varios otros estados, aunque no auspician legalmente la unión homosexual, la reconocen como válida si se ha llevado a cabo en otro sitio. Entre estos tenemos a Maine, Vermont, Hawai, Nueva Jersey, Nuevo Hampsihire, Oregón y Nueva York.

En Massachussets se ha reconocido el matrimonio entre personas del mismo sexo desde 2004, y en California desde el 15 de mayo del 2008, aunque esto solamente aplica dentro de los límites de cada estado. El Gobierno Federal de los Estados Unidos no reconoce como matrimonio bajo la ley federal las uniones homosexuales que se legalizan en los estados. De aquí que haya notables esfuerzos para que se apruebe a nivel federal una enmienda constitucional que determine que el único matrimonio legal en el país sea el que contraigan dos personas de sexo diferente.

En los estados donde no se ha aceptado el “matrimonio gay” generalmente se aprueban legislaciones en las que se les adjudican ciertos derechos a las parejas homosexuales que viven en mutuo consenso, tales como acceso a beneficios de seguro médico, de herencias y jubilación.

Un problema con el que tendrán que bregar los estados que aprueben la enmienda matrimonial será el de enfrentarse a posteriores procesos legales en la mayoría de los casos auspiciados por ACLU, organización que supuestamente existe para proteger los derechos civiles de los ciudadanos, pero que se especializa en asumir posiciones liberales y de izquierda. Por ejemplo, a principios de este año la Corte Suprema de California determinó que limitar el matrimonio sólo “entre un hombre y una mujer” es inconstitucional. Esta decisión anuló resultados electorales y se fue por encima de las autoridades legislativas del estado. De aquí que en noviembre, después que se reunieron 1 millón cien mil firmas para lograrlo, se ha conseguido que el tema vuelva a las urnas. Se trata de la propuesta 8, que es desde ya motivo de serias disputas.

En las elecciones del mes de noviembre, además del interés que despierta la contienda presidencial, tendremos que en varios estados el tema de la definición matrimonial ocupará de manera especial la atención de los votantes. En Arizona, después de la derrota en las urnas en 2006 de la posición conservadora en cuanto a la preservación del matrimonio sacramental, de nuevo el asunto aparecerá en las boletas del mes de noviembre. Se trata de la proposición 102. En Massachusetts, Texas y Wiaconsin sucederá algo semejante, y en especial, por ser el nuestro, en el estado de la Florida.

Tal como dijo en Texas el Rev. Kelly J. Shackelford, presidente de una importante Coalición dedicada a la defensa de los valores familiares, “una enmienda constitucional es la única manera de sacar de las manos de los jueces liberales la decisión de determinar qué es un verdadero matrimonio. El pueblo debe tener la palabra final”.

Los dos contendientes presidenciales, John McCain y Barack Obama coinciden en la evasiva de “dejar el tema del matrimonio a la voluntad de los estados”. Esto, que pudiera parecer democracia es pura demagogia. Auspiciar que haya conflictos entre los estados, que generalmente están separados unos de otros por un puente o una calle, crearía una confusión nacional sobre un tema que debiera ser clarificado federalmente.

No ha sido fácil en los estados donde se insertará el tema del matrimonio en la boleta electoral del mes de noviembre reunir las firmas requeridas para obtener tal objetivo. En la Florida hubo que reunir 611,000 firmas, de las cuales la Coalición Familiar Cristiana aportó la sorprendente cantidad de 60,000.

Anthony Verdugo ha expuesto con claridad meridiana la necesidad de que los floridanos apoyemos la enmienda matrimonial con nuestro voto. “Este referendo -dice el fundador y presidente de la Coalición Familiar Cristiana-, sencillamente permitirá a los floridanos enmendar la constitución del estado para ratificar la presente ley estatal que define y protege el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer. La aprobación de esta enmienda pondrá en las manos del pueblo, que es donde debe estar, la verdadera definición del matrimonio, y no en las manos de jueces, tal como ha sucedido en California y Massachussets”.

Confiamos que en noviembre la Florida dé un contundente ejemplo a la nación cuando sea multitudinariamente aprobada la enmienda que defina el matrimonio de una forma cristianamente correcta. Tienen la voz la Iglesia y los cristianos.