Domingo XXI del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

Autor: Padre Pablo Largo Domínguez

 

 

Estoy seguro de que, si nos hacen a nosotros la pregunta que propone Jesús a sus discípulos, responderíamos de una forma ortodoxa: "Jesús es el Hijo eterno de Dios y, en su nacimiento en el tiempo, el hijo de María Virgen; Jesús es nuestro Redentor, que entregó su vida para reconciliarnos con el Padre; Jesús es el Señor resucitado y exaltado a la gloria, el que está presente en la Iglesia hasta la consumación de los siglos". De hecho, es lo que profesamos siempre que recitamos el Credo de la Iglesia en cualquiera de sus variantes: el credo apostólico, el credo niceno-constantinopolitano (esos dos concilios, Nicea y Constantinopla, que se celebraron en el siglo IV y en los que se afirmó la divinidad de Cristo y la divinidad del Espíritu Santo.)

Pero tendríamos que dar también una respuesta más personal, más existencial. En ella trasparecería nuestra asimilación personal de la respuesta aprendida de labios de la Iglesia. La pregunta se puede formular en estos términos: "en realidad, ¿quién es Jesús para ti? ¿Qué significa para ti aquel hombre que vivió hace dos mil años y del que confiesas que es nuestro contemporáneo?". Es la respuesta a esta pregunta la que interesa, sin olvidar ciertamente la otra, y dentro del marco de esta otra, pues si Jesús no fuera el encarnado, el crucificado para nuestra salvación, el resucitado de entre los muertos, el Hijo de Dios, no podría tener un significado especial para nosotros.

Para uno puede ser, por ejemplo, el que le ha enseñado a vivir en una íntima relación filial con Dios; para otro puede ser el que se encuentra en cada hermano que sufre; para otro, el amor de su alma, aquel a quien pertenece por entero, aquel a quien ha entregado su vida y a quien renueva esta entrega diariamente; para otro, el varón de dolores que lo conforta en su propio dolor, pues Jesús conoció la tristeza mortal, la angustia, el sufrimiento físico, la burla y la muerte infamante; para otro puede ser el que lo alienta en los momentos en que parece que Dios calla y lo ha abandonado. Sí, hoy se nos pregunta: para ti ¿quién es Jesús? Ojalá nos suceda como a un niño minusválido que se estaba preparando para la primera comunión. Un día estaba muy enredador y la catequista le dijo: "Como sigas así, no te dejo hacer la primera comunión". Y el niño, sobrecogido, le preguntó: "¿Cómo? ¿No me vas a dejar recibir a Jesús, que me ayuda tanto?". No sé si se sabía bien el catecismo, pero sabía quién era Jesús para él.