Domingo de Ramos, Ciclo A

Una muerte que da vida

Autor: Padre Pablo Largo Domínguez 

 

 

Se ha proclamado el relato de la pasión del Señor según san Mateo. En él, como en una obertura, se nos anticipan los diversos momentos que iremos recordando y celebrando el jueves, el viernes y el sábado: la cena, la agonía, la traición, la pasión y muerte, la sepultura. Nos adentramos así en el misterio de la Semana Santa. En este evangelio podemos subrayar hoy tres motivos que subrayan el drama vivido por Jesús.

El primero es que la pasión es la tentación última por que pasa Jesús. Pero Jesús permanece fiel desde el comienzo hasta el final de esta prueba, desde Getsemaní hasta la cruz. En el huerto de los olivos supera los sucesivos asaltos de las repugnancias y resistencias interiores a beber el cáliz; en el Calvario calla ante las provocaciones exteriores, que lo instan burlonamente a exhibir su condición de Hijo de Dios, esta vez bajando de la cruz. Jesús se entrega de comienzo a fin, en gesto obediente, y en medio de la oscuridad, al designio del Padre. Estos días se nos llama a contemplar esa actitud de Jesús, obediente hasta la muerte y una muerte de cruz.

El segundo motivo es el rechazo de Israel. El evangelista ha insistido, en capítulos anteriores, en la negativa de las autoridades y del pueblo a acoger el mensaje del Maestro y a abrirse al encuentro con su persona. Basta recordar la parábola de los viñadores homicidas. El rechazo ha crecido en intensidad hasta llegar a la declaración de los sanedritas ante la pregunta del Sumo Sacerdote: "Es reo de muerte". Horas más tarde, el rechazo crecerá en extensión, hasta hacerse prácticamente universal: los sumos sacerdotes y los ancianos persuadirán al pueblo para que pida la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús; y el propio pueblo se hará responsable de esa muerte. Este cuadro no refleja con precisión los hechos, pero a nosotros nos invita a ser conscientes de la responsabilidad que como personas y como comunidades tenemos; nos obliga a caer en la cuenta de la gravedad que tiene toda manipulación de las masas, y especialmente cuando esas conspiraciones se ponen al servicio de intereses injustos; nos apremia, finalmente, a resistir con lucidez y coraje frente a las maniobras con que nos quieran envolver los otros.

El tercer motivo es el aspecto salvífico de la cruz. Al comienzo del relato, en la cena, Jesús ha dicho que su sangre será sangre de alianza, derramada por la multitud para el perdón de los pecados. Y al final refiere el evangelista que se abrieron los sepulcros y muchos cuerpos de santos difuntos resucitaron: ha acabado el mundo viejo y ha surgido un mundo nuevo. Los turbios manejos humanos no pueden dar al traste con el designio de Dios. El camino de la obediencia de Jesús y el drama de su muerte han sido portadores de vida y libertad. "Una muerte que da vida": así ha sido la muerte del Señor.