Betania - El muro

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

 

 

Conservo un fragmento del muro de Berlín. Me lo trajo y regaló el matrimonio Margalef, por ser de ellos y por su simbólico significado, sorprende a todo el que lo observa. El muro de Berlín, derribado ya, produce satisfactorias emociones, pero el de Tierra Santa, construyéndose todavía, no. Siente uno curiosidad por verlo desde que desciende del avión y le resulta difícil, al principio, observarlo. Sabía yo por donde serpenteaba y, en llegando a Bet-Fagé, lo primero que me interesó fue ir a contemplarlo. Hablo de hace un tiempo, en estos momentos, ignoro en que fase de ejecución está, por esos pagos.

Explicaré, en primer lugar la técnica. Se trata de unas enormes placas prefabricadas de cemento, en forma de L , aproximadamente. Aunque no lo he observado, supongo que los trasportan hasta el lugar en grandes camiones. Vendrán mas tarde las brigadas que las levantan y unan como un machihembrado. De cuando en cuando, varia la forma y se levanta en su cima, una garita de observación. Hay que advertir que el trazado se hace, por lo menos el que yo conozco, en tierra palestina expropiada, exactamente igual que la franja paralela, que es una carretera de uso militar y por la que, en principio, no se podría circular. Lo curioso del caso es que, los que tenemos pinta de "latinos" lo hacemos sin ningún inconveniente, nos fotografiamos o atravesamos al otro lado, en los sitios donde no se han terminado de levantar los grandes tableros. Lo hace uno sin ningún miedo. El muro parece sirve para dificultar los desplazamientos, sin llegar a impedirlos, tal vez para irritar. No siempre es así. Cuando uno quiere ir a Belén, por ejemplo, en llegando a lo que antes era una pequeña y simpática edificación, que albergaba la llamada tumba de Raquel, hoy convertida en una especie de bunker, allí si que hay un control, un check point, llaman. Tal vez pase uno tan tranquilo o tal vez le pidan el pasaporte, es imprevisible. Como lo es que un tramo a la derecha, cuando se acaba el muro, en territorio de la población de Bet-Jala, se apea uno del Bus y atravesando campos, tranquilamente, después le esperan unos taxis que le llevan a la plaza de Belén. Lo que explico es histórico, lo he vivido yo, la verdad de pasado mañana, puede ser diferente.

El muro en algunos lugares, no sé cuantos, está pintarrajeado con grafitis al uso. Sean frases, que quien sabe árabe podrá leerlas o dibujos coloreados, como ocurre en cualquiera de nuestras paredes públicas. Si esto es así, se hace notorio, agresivamente visible.

Dicen que impide el paso de terroristas, ellos, los constructores sabrán si tienen éxito. Los organismos internacionales y muchos israelís lo consideran injusto. Lo que sí es cierto es que dificultan los desplazamientos. Un obrero de Betania, que iba antes a trabajar con facilidad a Jerusalén, ahora no puede hacerlo. Unas ejemplares monjas benedictinas belgas, establecidas en Bet-Sahur, que en su monasterio acogían y ayudaban a mujeres palestinas, han quedado aisladas. De Betania a Bet-Fagé, el camino de Jesús el día de Ramos, queda cortado por el muro o por alambradas. Yo he cruzado estas barreras espinosas, ante la mirada de uniformados israelís, sin que me lo prohibiesen aquel día. Tal vez al siguiente no lo hubiera podido hacer, o tal vez sí, porque se ve a la legua que soy latino.

Explico estas anécdotas porque son ingredientes del peregrino actual. Uno, al pasar por ellas piensa en la peregrina Egeria, en el de Burdeos, en Ignacio de Loyola o en Verdaguer, o en el mismo P.Ubach de Montserrat, mucho mas recientemente. Quien no quiera vivir estas aventuras, enriquecerse humanamente y santificarse cristianamente, puede contentarse con los múltiples viajes que se organizan. Adquirirá cultura bíblica, que no es moco de pavo, y no vivirá ningún trastorno. Claro que estoy pensando que un joven que en un cómodo Bus va de un monumento a otro, escuchando un "guía judío muy respetuoso con nuestra Fe cristiana", sin saludar ni a un solo franciscano de la Custodia, difícilmente volverá pensando en que, aquella experiencia, le incita e invita a dedicar su vida a un más alto servicio.