Avispas

Autor: Padre Pedrojosé Ynaraja

 

 

Podría añadir todavía más cosas respecto a las abejas y la miel, pero opino que al lector semanal le parecería excesivo. Como he dicho en otras ocasiones estamos, unos biólogos y yo, preparando un manual donde estén comprendidas todas las especies animales y vegetales que aparecen en la Biblia. A él, sin duda en tiempos futuros me remito. Quedó claro que si el balance bíblico fue positivo, el mío era más matizado.

 

De las avispas, hay mucho menos que contar, si uno parte exclusivamente del texto bíblico. Estos insectos se asemejan a las abejas, son himenópteros como ellas y también viven en sociedad grupal, pero no producen miel en abundancia, a diferencia de los anteriores. Leo en los manuales que en sus colmenas pueden anidar miles de miembros, no tantos, eso sí, como en los de las abejas, pero las que he visto yo son mucho más pequeñas. En otros países serán diferentes, no lo dudo, de ello dan noticia las enciclopedias. Como contaré después, en algún momento, tuvieron protagonismo guerrero. Explico algunas de sus características. Sus panales no son de cera, sino de celulosa, que consiguen de los árboles. Son unas pelotitas nunca más grandes que el puño, alojadas en los lugares más inverosímiles. El último que he encontrado en mi casa, se escondía en los vericuetos del aire acondicionado. Me gusta buscarlos entre las figuras de los portales románicos de nuestras iglesias y ermitas. Como los nidos acostumbran a ser viejos, han desaparecido los insectos y están recubiertas de fina arena trasportada por el viento, de manera que se confunden con las esculturas, desdibujándolas. Parece que sea cemento depositado en un rincón, pero una suave presión rompe la costra y aparece el nido. He descrito como son las avispas de estas tierras y las que conozco, con seguridad, las que aparecen mencionadas en la Biblia, son de diferente clase.

 

Las avispas, como las abejas, buscan agua y si se acercan a alimentos que deben estar en buen estado, nunca en putrefacción, caso propio de otros animalitos entre ellos las moscas. Si encuentran alimento en las flores, de lo único que carecen por los bosques y matorrales es de agua, así que se acercan a charcas y piscinas, aunque por las cercanías se encuentren hombres. Es entonces cuando representan peligro para las personas. Las avispas, hay que advertirlo, no pierden el aguijón al picar, no mueren pues, de aquí que sean más agresivas. Su existencia parece totalmente negativa, pero supongo deben cumplir, como las abejas, una función positiva en la fecundación de las flores.

 

El dicho popular afirma: año de avispas, año de nieves y ventiscas. Veo que la gente no está demasiado convencida del refrán. Por otra parte, si bien la nieve siempre supone a la larga, riqueza y abundancia de cosechas, la ventisca no es ningún beneficio.

 

Acabo dando la referencia bíblica. Dadas las características descritas, a las avispas se les asigna un papel bélico. En el proceder de las antiguas guerras convencionales, se asignaba a la artillería un previo barrido destructor del territorio, detrás avanzaban los infantes. Una labor semejante se le promete a Israel que cumplirán estos insectos en la  conquista de la Tierra Prometida. Delante de sus huestes, Yahvé enviará avispas que abran el camino. Es una promesa, lo dice Éxodo 23,28 y Deuteronomio 7,20. Josué 24,12  lo confirmará después y  Sabiduría 12,8, posteriormente, hará referencia al prodigio. Vuelven a aparecer nuestros molestos insectos en el salmo 118,12, en imagen más acorde con la experiencia. El piadoso orante reflexiona y reconoce que, aunque se sienta rodeado de enemigos como avispas, en el nombre de Yahvé los vencerá.